Por costumbres que ya no son funcionales, apunta la experta, los empleados de generaciones como los baby boomers (personas nacidas entre 1946 y 1964) crecieron con la idea de que el uniforme no se quita hasta la jubilación. Incluso en cuestiones de salud, se consideraba que enfermarse era sinónimo de un trabajador ausente, menos productivo y que evade compromisos laborales.
Pero en la nueva realidad laboral, agrega, un empleado, cuyo equipo de trabajo y empresa fungen como redes de apoyo, afianza su sentido de pertenencia y compromiso hacia la organización. Según sus mediciones obtenidas del trabajo de campo que realiza con diferentes organizaciones del país, el engagement de una persona que se siente cuidada y comprendida por sus líderes rebasa el 90%, aún en situaciones de separación laboral.
Al dar a conocer la noticia de su retiro, Kun Agüero, por ejemplo, estuvo acompañado de Joan Laporta, presidente del Futbol Club Barcelona, por parte de la dirigencia del equipo, el cuerpo técnico, compañeros del plantel y familiares. “Gracias a todos los que están acá", mencionó el jugador, quien también aseguró sentirse muy orgulloso y feliz por su carrera profesional.
En la nueva realidad del trabajo también ha ganado peso la salud mental. El gran ejemplo lo puso Simone Biles. La gimnasta olímpica se perfilaba como una de las ganadoras en los Juegos de Tokio 2021, cuando decidió ya no seguir en la competencia, a fin de cuidar su salud mental.
La deportista ha hablado en varias ocasiones de la depresión que sufre tras ser víctima de abuso sexual por parte del médico del equipo nacional de gimnasia de Estados Unidos, Larry Nassar. La atleta no solo dio una lección de amor propio, también puso en evidencia las consecuencias negativas que desencadena un mal liderazgo o la falta de arropo por parte de una organización.
¿Me voy o me quedo?
“Todos tenemos un umbral de dolor distinto, aunque hay casos graves que pueden incapacitar al trabajador por días, meses o de manera definitiva. La labor de los líderes es ser comprensivos y empáticos, así como los guías para construir una cultura organizacional basada en el bienestar físico y emocional de su equipo”, comenta Martínez.
Hay colaboradores que aún enfermos trabajan con tal de cumplir o por temor a perder su empleo. Otros demeritan la gravedad de la enfermedad. Antes de la pandemia, refiere, una gripe no era de preocuparse, ahora estornudar en público es símbolo de alerta y ya hay más consciencia de que un empleado con gripe puede contagiar al resto del equipo.
Todo depende de la gravedad, del tipo de enfermedad y del entorno personal del trabajador. En algunas situaciones -y para ciertos puestos de trabajo- conviene renegociar los acuerdos entre la empresa y el colaborador, en lugar de renunciar. Esto es más viable y posible con el auge del home office, los modelos híbridos de trabajo y la flexibilidad laboral.