Según este índice global, los mexicanos están en promedio en un nivel básico (A2), es decir, que son capaces de comunicarse en situaciones cotidianas con expresiones de uso frecuente y vocabulario elemental, pero no pueden mantener una conversación fluida ni comprender textos estructuralmente complejos.
A nivel América Latina, el escenario es desalentador. México ocupó el penúltimo lugar, solo delante de Haití. A la cabeza está Argentina, Bolivia, Cuba, Costa Rica, República Dominicana, Paraguay, Chile, El Salvador, Honduras, Perú, Brasil, Guatemala, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Venezuela, Colombia y Ecuador.
Los lugares con mayor manejo del idioma en México son Jalisco, Querétaro, Baja California Sur y Nuevo León, con un puntaje superior a 500 en una escala de 800. En contraste, en el top 6 a nivel mundial está Holanda, Austria, Dinamarca, Singapur, Noruega y Bélgica.
Domenzain atribuye estos resultados a que los países bajos tuvieron que hablar inglés porque su idioma natal solo se habla en su región. “La necesidad de comunicarse con el mundo hace que desde muy chicos les enseñen a ser bilingües”, menciona. México, en cambio, está siendo relegado por los países latinos, cuyas iniciativas locales y gubernamentales están ayudando a que sus habitantes se desarrollen a través del aprendizaje del idioma.
Qué hace falta para que haya más profesionistas bilingües
Para Domenzain es necesario entender que el inglés está conectado con el desarrollo económico, político, social, tecnológico y educativo de cada país. El primer cambio está en el gobierno, puntualiza. Desde su trinchera puede enviar mensajes claros sobre la importancia que tiene aprender un idioma que se requiere para hacer negocios, para obtener un mejor empleo y para hacer crecer a un país.
No obstante, ni el presidente anterior (Enrique Peña Nieto), ni el actual (Andrés Manuel López Obrador) dominan el idioma inglés, apunta. Después vienen las políticas públicas y que desde la Secretaría de Educación Pública se apueste por una educación bilingüe, con una capacitación constante a la docencia.
“Ser bilingüe no es dar una clase de inglés en las escuelas tanto públicas como privadas. Es impartir todo lo que tiene en inglés y en español y ofrecer una verdadera inmersión en el idioma. De qué sirve una hora de clase si todo lo que haces es en español. La mejor manera de aprender es poner en práctica el idioma, pero en la vida diaria. El inglés no debería de ser para quien pueda, sino para todos”, comenta.
La experta recomienda a las personas hacer pequeños cambios para ir aprendiendo el idioma, incluso si no cuentan con la posibilidad de estudiarlo en una escuela bilingüe, pero que requieren el idioma para avanzar en su carrera profesional o vida laboral.
Entre ellos está entrar a clubes de conversación en internet, leer libros bilingües, cambiar el idioma en el menú de la computadora, ver películas con subtítulos en inglés y sobre todo dedicar por lo menos 30 minutos a aprender vocabulario nuevo. “Ponte al alcance del inglés de la manera más obvia posible”.
Incluso, una de las apuestas de Zoom para 2022 es que en las reuniones haya la opción de la traducción automática en tiempo real, así como la expansión de su transcripción en vivo existente, con soporte para múltiples idiomas. Estas funciones de transcripción y traducción en vivo crearán un sinfín de oportunidades al cerrar la brecha de comunicación a través de las barreras del idioma.
No obstante, Domenzain señala que la tecnología puede ayudar, mientras lo entendamos como herramientas de apoyo y no como sustituibles. De lo contrario, nuestro cerebro se acostumbra y deja de esforzarse en aprender el idioma.