Reciben, también, una cuota fija por recolectar uno o más pedidos en un mismo restaurante, por cada pedido entregado, una tarifa por la distancia recorrida.
En contraparte, UberEats traslada a los repartidores costos como la compra de la mochila de la marca, que tiene un precio de entre 200 y 900 pesos.
“El lema de las empresas repartidoras es sé tu propio jefe. Sin embargo, esta ‘independencia’ esconde una precariedad laboral alarmante ya que no son reconocidos como empleados o empleadas (pese a que cumplen con lo que la ley define como trabajo subordinado”.
Además, en todas las apps mencionadas, el repartidor o repartidora “es responsable de pagar su propio seguro de gastos médicos, seguro de auto o moto, impuestos y equipo de trabajo”.
Rappi presiona a los repartidores “demasiado”
En comparación con Uber Eats, Rappi se caracteriza por presionar a los repartidores para alcanzar el nivel “diamante”, según relataron a Oxfam los trabajadores entrevistados.
"Ya cuando llegas a diamante quiere decir que es muy rápido, pero están presionándote demasiado, porque cuando llegas, por ejemplo, a una tienda donde te dicen que tienes que llevar los productos, principalmente los de comida, que dicen: 'No, pues tienes que llegar a las 3:00 de la tarde', y son 2:50, algo así, por decir algo, tienes que irte rápido, si tú quieres, porque la verdad yo no me voy rápido", indicó Genius, un repartidor de 67 años.