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Generación ‘panzazo’, ¿por qué reprobar no es tan malo como parece?

Por segundo año consecutivo, la SEP prohibió reprobar a los alumnos de educación básica, debido al Covid-19. Pero profesores de educación básica y superior coinciden que no es una buena estrategia.
lun 18 julio 2022 05:00 AM
Escuelas
Los lineamientos correspondientes a la evaluación del sistema de educación básica fueron publicados en el acuerdo 11/06/22 del Diario Oficial de la Federación.

La instrucción fue clara: no reprobar a los estudiantes de primaria y secundaria del ciclo escolar 2021-2022, debido al Covid-19. La Secretaría de Educación Pública (SEP) dio esta misma orden para el ciclo anterior y a través del Diario Oficial de la Federación instó a que la calificación mínima en la boleta sería 6. Pero algunos profesores, tanto de educación básica como superior, no están de acuerdo con la medida.

Blanca Elizett Brito Ríos, maestra de innovación educativa en la Secundaria Mixta 18 Emiliano Zapata y de español en la Escuela Secundaria Mixta 85 Miguel Hidalgo y Costilla, cree que, si bien las calificaciones no son un reflejo de las capacidades de una persona, sí es necesario que aquella que no logró adquirir ciertos conocimientos repita el ciclo escolar o se esfuerce más.

“No lo considero viable (la medida de aprobar a todos los alumnos), ya que se tendrían que estar creando mecanismos para que el alumno recupere el conocimiento no alcanzado y si en un ciclo escolar no se logró, por medio de un periodo de recuperación solo habrá parches. Al pasar al educando se rezaga más como estudiante y a la larga será más frustrante”, comenta.

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La profesora asegura que esta medida ya ocasionó que los estudiantes den el mínimo y piensen que las cosas se pueden “ganar” a través de lo fácil. Al saber que ya tienen el 6, dice, los alumnos faltan más a la escuela. “Como profesores también es desmotivador tener estudiantes que no busquen ser retados académicamente”.

Con ella coincide Tomás Rosales Mendieta, profesor titular de la Facultad de Contaduría y Administración de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien considera que las evaluaciones sirven para determinar el aprendizaje al menos de una forma razonablemente objetiva.

“La medida de la SEP obliga a que se tenga el supuesto de que todos aprenden, poco o mucho, pero aprenden, y yo creo que esto es un error porque hay ocasiones en que los alumnos, sobre todo de ciclos básicos, no adquieren los conocimientos no por la falta madurez, sino por razones diversas como las inasistencias”, comenta.

Aunque Mendieta no imparte clases de primaria o secundaria, sí está convencido de que no reprobar a los estudiantes de los ciclos escolares 2020-2021 y 2021-2022 puede ser perjudicial para su vida académica futura.

De entrada, no todos los alumnos van a llegar a la universidad, apunta. Y lo más probable es que los que lleguen tendrán poco éxito tanto en los estudios como en la vida laboral porque generalmente se van con lagunas académicas y esto genera una desigualdad de facto, con respecto a los alumnos que tienen el aprendizaje, los conocimientos y las calificaciones altas.

“Es cierto que hay un rezago en las generaciones pandémicas, y eso lo vivimos los profesores que dimos clases en la transición digital; sin embargo, la medida no es viable porque el esfuerzo académico no solo está en el cumplimiento de entrega de tareas, sino en el nivel de aprendizaje. Que un conocimiento se conserve y utilice para resolver problemas es algo que se pierde si solo calificamos por acreditar”.

De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en 2020 los estudiantes de todos los niveles educativos perdieron 1.5 años de escolaridad. Además, incrementó 20% la deficiencia en comprensión de lectura en niños de educación básica, así como una caída del 3% en la matrícula, la mayor en lo que va del Siglo 21, según la SEP.

El valor del esfuerzo

Santiago Vázquez, director del Centro de Liderazgo Emergente del Instituto Tecnológico de Monterrey, opina que algo a subrayar en la educación es el valor del esfuerzo. Hay sistemas económicos que han pretendido igualar las evaluaciones, buscando una justicia quimérica, pero el resultado ha sido desincentivar la iniciativa de las personas.

“El valor del esfuerzo se tiene que recalcar a través de los procesos educativos porque básicamente eso es lo que puede ayudarnos como personas a darnos cuenta de que cuanto más nos esforzamos y más energía invertimos en un objetivo, más preparados vamos a estar para los desafíos de la vida. Si en el proceso de formación resulta que hagas lo que hagas no vas a tener la penalización de reprobar o tener que repetir seguramente muchas personas dejarán de esforzarse, y en vez de hacerles el favor de no haberlos reprobado, los estamos inhabilitando para poder competir y desarrollarse en un mundo real”, advierte.

Entre otras consecuencias que destacan los expertos consultados está que México puede ser un país con un nivel académico más bajo, donde la mano de obra será muy barata y poco competitiva, en comparación con otros países desarrollados.

Brito Ríos también pronostica que habrá profesionales poco comprometidos y preparados, personas poco tolerantes, sin compromiso, sintiéndose merecedores de algo que no han ganado.

No obstante, las instituciones de educación superior pueden ser un embudo para no aceptar a alumnos que han sido acreditados sin tener el conocimiento requerido. Esto es grave, enfatiza Mendieta, porque de por sí ya se vive un embudo en la educación superior, así como un retroceso marcado por la disparidad de contenidos con las demandas de las empresas.

“Yo creo que el gobierno está confundiendo el concepto de matriculación, es decir, que todos estén inscritos, con el de aprendizaje. Estamos desconociendo como país el nivel de madurez, de aprendizaje y de aprovechamiento de la escuela. Difícilmente encontramos un modelo de país, en todos sus ciclos académicos, que no tenga reprobados, creo que esto tarde o temprano tendrá que revertirse en una política nacional seria”, concluye el académico.

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