Es menos conocido, pero ya registra importantes afectaciones en los alumnos que puede llevarlos a profundos problemas de salud mental y en casos muy graves al suicidio, señala la psicóloga Yunue Cárdenas.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) los trastornos mentales que padecen las personas de entre 9 y 25 años registran la tasa de suicidio más alta en el país, con 10.7 decesos por cada 100,000 jóvenes.
“Muchos casos de suicidio que se registran en la gente joven tienen antecedentes de burnying. Al final de cuentas, en la escuela los alumnos están sometidos a presiones, tienen que cumplir con tareas, se relacionan con otros alumnos, trabajan con autoridades que en este caso son los profesores. Están inmersos en un modelo donde también hay estrés y ansiedad”, detalla Cárdenas.
Una excesiva presión hacia ellos y un gran desconocimiento del trastorno por parte de los docentes puede contribuir a que los jóvenes egresen de las universidades con efectos de burnying, que posteriormente se agudiza en las empresas y los convierte en colaboradores extremadamente desgastados y sin motivación.
La escuela también es un modelo organizacional
Actualmente, el 41% de la fuerza laboral está representada por jóvenes de la generación Z, según cifras del Banco Mundial. Aún tratándose de jóvenes inmersos en la tecnología, el consumo excesivo de ésta puede ocasionar un desgaste. Un estudio reciente de Microsoft establece que el 53% de las personas que utiliza una computadora tiene un uso medio entre 4 y 10 horas diarias, pero los centennials hacen un uso más intensivo que puede llegar hasta las 14 horas diarias.
“La no desconexión tecnológica de la Generación Z es un problema, al igual que la no desconexión en los colaboradores en las empresas. En ambos casos hay un sentimiento de despersonalización”, asegura Navajas.
El gran reto consiste en empezar a mirar este problema, analizarlo y buscar soluciones integrales como ocurre en los centros de trabajo. Según los especialistas, el alumno no es consciente de que padece burnying, por lo que detectarlo a tiempo puede contribuir a que este problema de salud mental no trascienda al ámbito laboral.
¿Cómo prevenir el burnying?
Ofrecer espacios de esparcimiento en las universidades, donde los estudiantes puedan realizar actividades recreativas. Las empresas, por ejemplo, recurrieron a las clases de yoga, webinars, meditación y mindfulness para bajar los niveles de estrés.
Contar con apoyo psicológico. Que los estudiantes tengan la posibilidad de tratarse con un especialista.
Crear una cultura de respeto. Al igual que en las compañías, es importante que las universidades construyan una cultura de respeto, con el fin de evitar las burlas o el acoso entre compañeros.
Más apoyos económicos. En la Encuesta para la Medición del Impacto Covid-19 en la Educación, el Inegi halló que para el ciclo escolar 2020-2021, 5.2 millones de estudiantes de entre 3 a 29 años no se inscribieron. Entre las razones más importantes está que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo o los jóvenes tuvieron la necesidad de empezar a trabajar.
Docentes más humanos. Los profesores también son líderes y como tales su función es guiar a los estudiantes y hacerlos crecer. Un profesor autoritario ya no cabe en la nueva realidad educativa y laboral.