Su relación con la carrera que eligió cambió cuando conoció el mindfulness. Se certificó en la española Nutritional Coaching, hace cinco años, para luego cursar la maestría en Psicología de la Nutrición.
En aquel entonces, el mindfulness no era tan conocido, incluso Pérez Ayala tuvo que buscar una escuela internacional porque en México no halló ninguna que lo tuviera en su oferta educativa. Después, la joven inició a dar sesiones de mindfulness y terapia centrada en la alimentación consciente, sin imaginar que el conocimiento de la práctica daría un giro por el Covid-19.
“En pandemia ocurrió que todo el mundo tenía que estar recluido en casa, pero además todos querían estar bien, tener certeza de que esto iba a terminar y tuvieron que buscar cómo encontrar la tranquilidad. A partir de ahí se capitalizó la práctica, sobre todo, en las empresas”, dice Armando Arrevillaga, psicólogo, sonoterapeuta, especialista en psicoanálisis y mindfulness.
Al igual que Pérez Ayala, Arrevillaga afirma que las primeras escuelas que ofrecían el mindfulness como diplomado, licenciatura o maestría estuvieron en España, años antes de que se desatara el coronavirus. Sin embargo, la práctica se remonta al Tíbet y tiene una historia de más de 50 años.
¿Por qué se volvió tan popular con la pandemia? Por los beneficios que ofrece la práctica, siendo los más notorios el manejo de las emociones y la reducción del estrés, dice Rosalinda Ballesteros, directora del Instituto de Ciencias de Bienestar y Felicidad de Tecmilenio.
“Básicamente al controlar el proceso de respiración, generamos un dominio sobre nuestros pensamientos. Eso se derrama a otros aspectos de la vida, como el disfrute de ciertas situaciones, el manejo del dolor crónico, ser más hábiles para resolver problemas, más resilientes y adaptativos a través de la práctica constante. Tres veces por semana 10 minutos incluso puede hacer que no se expresen enfermedades cardiovasculares”, señala.
La práctica entonces es oportuna considerando que en el mundo las enfermedades cardiovasculares encabezan la lista de defunciones y que en México el 75% de la población padece de fatiga por estrés laboral.
La oportunidad de negocio
Pero el mindfulness ya no solo es una práctica para el bienestar. Ahora es posible encontrarla como programa educativo en diversos formatos y modalidades. La Universidad UTEL, por ejemplo, la ofrece como maestría en línea y la promesa es formar expertos capaces de gestionar de manera consciente y eficaz las emociones, utilizándolas como herramienta para incrementar y sostener el bienestar en ámbitos personales y profesionales.
“Esta maestría en línea, te permitirá especializarte y desarrollar habilidades con las que podrás dirigir organizaciones actuales con sentido humano y con un enfoque en el bienestar, así como en sus herramientas, métodos y técnicas. Liderar equipos de trabajo, valorando al factor humano como fundamental en cualquier organización y vinculando la mejora continua a su rol profesional”, dice la escuela en su página oficial.
Otro caso es Aprende Institute. Martín Claure, CEO de la escuela pensada para que los estudiantes adquieran conocimientos que les permitan generar ingresos, revela que de su gama de diplomados el de mindfulness no es el más potente, es decir, que las personas lo eligen como complemento de otros programas insertos en la Escuela de Bienestar.
Además, quienes lo cursan lo hacen más por un tema personal, que para emprender un negocio y generar ingresos. “Es gente que quiere cuidar su mente”, puntualiza el directivo.
De la rama de bienestar solo el 7% de los estudiantes inscritos en Aprende Institute está cursando el diplomado de mindfulness. El 17% optó por estudiar Inteligencia Emocional y Psicología Positiva, el 14% Nutrición y el resto Cuidado del Adulto Mayor y Entrenador Personal.
Para Arrevillaga, era cuestión de tiempo que el mindfulness pasara de práctica a programa educativo en el país. A su parecer, esto es un avance importante, ya que hace unos años no solo no había acceso desde la academia en México, sino que se creía que este tipo de práctica era como la terapia: solo para locos.
Hoy, está comprobado que es clave en el desarrollo personal y profesional. Una pata de la mesa del liderazgo humano y consciente porque toma herramientas de la meditación y de la psicología para transformar la mente. Pese a ello, el reto a vencer al practicarlo es creer que es difícil controlar los pensamientos.
“La habilidad se va desarrollando poco a poco. El mindfulness formal es todo lo que está guiado y tiene un fin. En cambio, el informal es todo lo que podemos hacer durante el día, como poner atención cuando estamos comiendo o haciendo algo del trabajo. Se trata de estar presentes en el momento en que estamos haciendo las cosas”, explica Pérez Ayala.
Ahora bien, ¿es necesario estudiar un diplomado o maestría en mindfulness para ser un líder zen? Ballesteros considera que no necesariamente. Depende de lo que quiera y busque la persona. En YouTube o la plataforma Wellbeing 360 hay meditaciones guiadas gratuitas.
Como profesión, Arrevillaga asegura que sí es rentable, es un área que sea ha abierto poco a poco, pero para eso sí hay que estudiarlo. Pérez Ayala refiere que cada una de sus sesiones está en 900 pesos.
“Puedes recurrir al tutorial de internet como herramienta para un momento en particular de tu vida, pero no sustituye la terapia. De no estudiarlo hay riesgos si la persona se atreve a querer guiar a otras personas. Por ejemplo, no saber qué hacer si alguien se te desborda en una sesión, si trae una situación que no sepas cómo resolver o que actúes desde ti y que creas que tu experiencia le puede funcionar a otro”, comenta el experto.
Por ello, si la persona quiere estudiar para ser un mejor líder o por un asunto personal, los especialistas consultados recomiendan investigar un poco sobre la escuela, quiénes la crearon, quién es el cuerpo docente y dónde están ejerciendo.
