Ernesto siempre tuvo un ojo crítico para identificar oportunidades donde otros veían limitaciones. En 1987, fundó su primer hotel, el Pueblo Bonito Mazatlán, en la Zona Dorada de su ciudad natal. La idea era ofrecer algo que no existía en la región, una experiencia de lujo que atrajera tanto a turistas nacionales como internacionales. Ese primer proyecto fue el inicio de una cadena hotelera que redefiniría el concepto de turismo en México.
Sin embargo, Mazatlán no bastaba para un hombre con su ambición. A principios de los años noventa, Ernesto fue persuadido por amigos banqueros para visitar Los Cabos, un destino emergente que todavía era poco conocido fuera de Baja California Sur. “Nunca había estado allí porque me sentía como el rey en Mazatlán, pero cuando llegué, vi un lugar con un potencial enorme”, recordó.
A principios de los años 90, Ernesto vio en Los Cabos un lienzo en blanco. En ese entonces, la región era poco más que un pueblo con calles de tierra y vacas paseando por sus caminos, aunque él vislumbró su potencial como destino turístico de clase mundial.
“Cuando llegué a Cabo, no había agua, las calles eran de tierra, pero vi la oportunidad de construir algo grande”, expresó en entrevista. En 1991, inauguró el Pueblo Bonito Los Cabos, al que seguiría el Pueblo Bonito Rosé en 1997. Ambos resorts no solo pusieron a Los Cabos en el mapa del turismo internacional, sino que también consolidaron a Coppel como un visionario en la industria.
¿Un proyecto sin fondos?
A lo largo de su carrera, Ernesto considera que ha tenido la capacidad de equilibrar su visión empresarial con la audacia necesaria para superar retos monumentales, pero uno de los desafíos que más recuerda es la construcción del Acuario Mar de Cortés en Mazatlán.
Este proyecto enfrentó numerosas dificultades desde su concepción. Originalmente concebido como una colaboración público-privada, el acuario pronto se convirtió en un desafío financiero. “Nadie quiso participar. Decían que no había dinero y que era un proyecto inviable. Pero mi conciencia no me permitió dejarlo morir”, confesó.
Ernesto puso su patrimonio personal como garantía, incluyendo su casa en Los Cabos y sus seguros de vida. “No sé por qué mi esposa no me ha dejado. Ya me hubiera abandonado”, bromeó, aunque las dificultades que enfrentó fueron todo menos un chiste.
La pandemia complicó aún más las cosas, se incrementaron los costos del proyecto y retrasaron su finalización. A pesar de todo, Ernesto logró inaugurar el acuario en mayo de 2023, con una inversión final de 1,800 millones de pesos.
El recinto, que alberga más de 200 especies marinas, se ha convertido en un emblema arquitectónico y cultural de Mazatlán. “Hubo momentos en los que me sentí como un náufrago en una isla desierta, pero nunca perdí de vista el objetivo”, afirmó.
Ernesto no se detiene. Hoy, cuenta con nueve hoteles operativos bajo la marca Pueblo Bonito, cada uno con su propio carácter y estilo, y está a punto de abrir un nuevo hotel en San Miguel de Allende, el Pueblo Bonito Vantage, que promete llevar el lujo y la exclusividad de sus resorts de playa al corazón colonial de México.
Sin embargo, su enfoque no está en saturar mercados, sino en crear experiencias de valor. Por eso, de momento, ha decidido no invertir en Cancún, un destino que considera demasiado competido y cuya oferta, según él, no permite destacar como lo hace en Los Cabos o Mazatlán. Además, “soy rico, pero no tanto”, ríe.
Hoy, sus propiedades generan más de 5,000 empleos directos. Parte de su estrategia está en los programas de capacitación continua para sus empleados, que incluyen clases de inglés, cursos técnicos y talleres de desarrollo personal. “Un empleado bien capacitado es más eficiente y se siente más valorado. Eso es lo que hace que nuestros hoteles sean diferentes”, señaló.
Su visión para el futuro sigue siendo ambiciosa. “Los Cabos tiene más habitaciones de lujo que ciudades como Londres. Este lugar no deja de crecer porque es un destino aspiracional para las estrellas y los turistas más exigentes”, explicó.
Desde su llegada a la región en los años noventa, ha sido testigo de una transformación que, en gran medida, ha ayudado a construir. Los Cabos ahora cuenta con 27 campos de golf de clase mundial, además de una infraestructura que atrae a visitantes de todo el mundo. Ernesto enfatiza que este desarrollo no ha sido obra del gobierno, sino del sector privado. “Nada de lo que ves aquí lo hizo el gobierno. Todo es gracias a empresarios que, como yo, apostaron por este lugar cuando no había nada”, afirmó.
Aunque su trayectoria está llena de éxitos, Ernesto es consciente de los retos que enfrenta el turismo en México. Desde problemas de infraestructura hasta la falta de promoción turística, señala que el sector necesita mayor apoyo gubernamental para mantenerse competitivo a nivel internacional.
Según datos de FITURCA, en la última década Los Cabos ha visto un crecimiento notable en el turismo. Las llegadas de visitantes pasaron de 1.4 millones en 2013 a 3.8 millones en 2023, impulsadas por una mayor conectividad aérea que creció de 37 a 55 mercados de origen con vuelos directos.
Este desarrollo también transformó la población local, que pasó de 104,000 a 350,000 habitantes en el mismo periodo. Si bien el crecimiento ha consolidado a Los Cabos como un destino de clase mundial, también ha generado retos importantes.
La expansión exige una planificación ordenada en áreas como infraestructura, movilidad y seguridad, que han sido prioridad tanto para las autoridades como para el sector privado. A pesar de estos retos, Los Cabos se ha mantenido entre los cinco destinos más seguros de México durante los últimos siete años, un logro que refuerza su atractivo turístico.