Sánchez lidera actualmente operaciones en más de 40 países y su objetivo principal no es menor: posicionar marcas icónicas como Aspirina, Flanax, Redoxon y Alka-Seltzer, que generan más de 3,000 millones de dólares en ventas anuales, en una región donde las soluciones modernas deben competir con prácticas milenarias.
Arturo inició su carrera en Procter & Gamble gracias a un reto universitario lanzado por uno de sus profesores. "El profesor nos desafió a probar que podíamos ser contratados por una de las empresas más exigentes del mercado y si lo hacíamos exentábamos la materia. Lo tomé como una misión personal, y esa decisión marcó el inicio de mi camino en los negocios", recuerda.
Tras su paso por P&G y un periodo exitoso en empresas como Pfizer y Hershey, Arturo decidió cursar un MBA en Harvard Business School. "Fue un gran riesgo, me endeudé para pagar la maestría, pero fue la mejor inversión de mi vida. Me dio la confianza para tomar decisiones estratégicas y entender que el verdadero crecimiento proviene de salir de la zona de confort", comparte.
Desde su llegada a Bayer, hace 11 años, Arturo ha liderado proyectos que buscan no solo la expansión comercial, sino también la adaptación de productos OTC, o medicamentos de venta libre, a mercados diversos.
"La Aspirina tiene más de 150 años en el mercado global y 75 en México de modo que ya es un referente; producimos un billón de tabletas al año para abastecer a América Latina. Sin embargo, en China enfrentamos un reto completamente diferente, allí la medicina tradicional, con siglos de arraigo, domina el mercado", explica.
Eso los llevó a tener conversaciones con una empresa de medicina tradicional en China y les preguntaron si tenían estudios clínicos. Su respuesta fue que más que pruebas clínicas tenían 500 años de existencia, lo cual, para ellos, era prueba suficiente. “Es un contraste cultural que debemos entender para posicionar la Aspirina", admitió.
Para conquistar Asia, Sánchez apuesta por combinar innovación con un profundo entendimiento cultural. "Estamos lanzando Aspirina Go, una versión granulada con sabores como naranja, diseñada para ser práctica y atraer al consumidor moderno. Aunque sea un producto clásico, lo estamos renovando para que sea relevante en un contexto donde la conveniencia y la experiencia de uso son importantes", comenta.
La estrategia se basa en el producto, pero también en la forma de conectar con el consumidor asiático. "El público en China y Asia en general es muy educado y está abierto a explorar nuevas alternativas siempre que estén respaldadas. Aquí es donde entra Bayer, con su legado de investigación y desarrollo. Si comunicamos esto de manera efectiva a través de canales digitales, televisión y autoridades locales como médicos que respalden la marca, logramos que nos den la oportunidad de probar el producto", detalla.
Además, Sánchez destaca la importancia de cumplir con las promesas del producto una vez que el consumidor decide probarlo. "Si un cliente nota los beneficios que prometemos, tenemos la posibilidad de ganarnos su confianza y, eventualmente, su lealtad. Es una labor de persistencia y de demostrar que Aspirina es una alternativa válida, incluso en un mercado tan arraigado en su tradición como el asiático".
El lanzamiento de Aspirina Go en Asia, por ejemplo, muestra este enfoque. Esta versión granulada y con sabores busca captar la atención de un consumidor acostumbrado a otras formas de tratamiento. Para ello, Bayer invirtió 60 millones de dólares en una planta en China, diseñada para producir pastillas localmente y competir con mayor eficiencia. Esta planta estará operativa en 2029.
Sánchez revela que India, con su creciente población de más de 1,400 millones de habitantes, también representa una oportunidad de negocio para Bayer. Él busca duplicar las operaciones en ese país cada dos años, adaptando los productos a las necesidades locales y aumentando la plantilla laboral con mano de obra local.
"Es un principio muy práctico: fabricar en la misma moneda en la que vas a vender. En México, por ejemplo, no quiero pagar en dólares para vender en pesos. Quiero generar empleo aquí, pagar en pesos y tener insumos en pesos. Lo mismo aplica en China, donde utilizamos su moneda local para mantenernos competitivos en un mercado enorme. Si no lo haces, pierdes esa competitividad. En cambio, Estados Unidos es el más beneficiado porque adquiere insumos y mano de obra en pesos, pero vende en dólares", señala.
En paralelo, Bayer está construyendo una planta de líquidos en Toluca, que abastecerá a la región latina y a Estados Unidos. "Invertimos 15 millones de dólares en esta planta que se va a inaugurar en tres años. Está en México porque el país es un centro estratégico de conexión y producirá jarabes y cremas, destinados a satisfacer la creciente demanda de estos mercados”, revela.
El liderazgo que reta al talento
Para Arturo, el liderazgo no solo implica tomar decisiones acertadas, sino también desafiar a los equipos a pensar fuera de lo convencional. "Creo que hoy hacen falta líderes que realmente reten al talento, que les impulsen a salir de su zona de confort y a ver más allá de lo inmediato", reflexiona. Esta filosofía ha definido su propio estilo, basado en equilibrar metas ambiciosas con un enfoque humano.
Parte de esta estrategia incluye mudarse temporalmente a Tokio, donde dividirá su tiempo entre Asia y Latinoamérica. "Tener un departamento en Tokio me permite estar más cerca de los mercados asiáticos y de la gente allá, pero también es un reto personal. Significa gestionar las diferencias horarias y encontrar un equilibrio entre mi vida profesional y mi familia", confiesa.
Para lograrlo, Arturo prioriza actividades como correr y pasar tiempo con sus hijos. "Es un recordatorio de que un líder no solo debe ser eficiente en los negocios, sino también en su vida personal. Solo así puedes tener la claridad necesaria para tomar decisiones que transformen empresas y personas", dice.
Arturo Sánchez está convencido de que el éxito de Bayer en Asia dependerá de combinar la ciencia y la innovación con una rotunda comprensión cultural. "No se trata nada más de vender un producto, sino de entender al consumidor, su historia y sus necesidades. Esa es la idea para competir en mercados tan complejos", concluye.