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Cuando la IA se cuela en las aulas de las universidades

Las universidades mexicanas adaptan sus políticas al uso de inteligencia artificial. Mientras el ITAM ya capacita a docentes y alumnos, la UNAM está iniciando con una fase de sensibilización.
vie 20 junio 2025 02:07 PM
Así es como se usa la IA en las clases de la UNAM y del ITAM, estas son las diferencias y los retos
Solo la mitad del profesorado en la UNAM usa inteligencia artificial, frente a casi todos sus alumnos.

En las aulas del ITAM, los estudiantes levantan la mano cuando los profesores preguntan quién usa inteligencia artificial para estudiar y hacer las tareas. Casi todos lo hacen, no hay sorpresa y tampoco está prohibido, de hecho la incluyen como parte del proceso de aprendizaje.

Todo comenzó hace dos años, cuando la escuela notó que no podían ir contracorriente ni ignorar lo que estaba pasando. La tecnología ya estaba puesta, avanzando con rapidez, y prohibirla solo les quitaría una ventaja en el mercado de la educación.

“Cada profesor tiene libre albedrío y la estrategia es que cada uno se sienta seguro de utilizarla en su salón de clases. Hay una estrategia institucional sobre cómo debe usarse tanto la inteligencia artificial general como la generativa, tanto para los profesores como para los estudiantes”, revela Ana Lidia Franzoni, directora Académica de Innovación y Tecnología del EPIC Lab Centro del ITAM.

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Ella da clases ahí y además dirige el área de tecnología de la institución académica. Por lo tanto, es consciente que la rapidez de la tecnología puede ser muy desafiante en ámbitos académicos, pero está convencida de que si no se integra en los planes de estudio, procesos diarios y en charlas abiertas, acabaría siendo un práctica clandestina.

“En el ITAM se organizan sesiones para enseñar qué es exactamente una inteligencia artificial, cómo funciona por dentro, qué puede hacer y qué no. Se exploran herramientas como Copilot, ChatGPT, DALL·E, DeepL. Aprenden a escribir instrucciones claras, a verificar respuestas, a entender los riesgos”, detalla la directora.

“Lo que hacemos es alfabetizar en su uso. Damos cursos de prompt engineering, les enseñamos por qué a veces las respuestas suenan bien, pero están equivocadas, porque estas herramientas también alucinan”, añade.

En las aulas no se habla con tono solemne. Hay diálogo, ejemplos, errores. La tecnología no se pinta como villana ni como salvadora, sino como una herramienta. Puede ayudar cuando un estudiante se atora con una idea o quiere verificar algo que ya resolvió, aunque también puede fallar o reforzar estereotipos.

En esas mismas aulas, se aclaran las reglas. “La inteligencia artificial puede usarse como apoyo para tareas, pero no en exámenes. Si un alumno la usa, debe decir cómo lo hizo, con qué herramienta y para qué. Tienen que incluir el prompt, la fecha en que la usaron y el motivo. También les mostramos ejemplos de cómo se equivoca, para que aprendan a reconocer sus límites”, añade Franzoni.

La otra cara de la moneda

Del otro lado de la ciudad, en la UNAM, el profesor Tomás Rosales Mendieta ve el auge de la inteligencia artificial desde otro ángulo. Entre 95 y 100% de los estudiantes ya dominan distintas herramientas y las usan para crear imágenes, infografías, videos, escribir ensayos y hasta investigaciones completas. Sin embargo, entre 40 y 50% de los docentes están inmersos en este tipo de tecnología.

“Los jóvenes están usando sobre todo la inteligencia artificial generativa, y muchos maestros apenas si la conocen. Nos está ganando la realidad”, admite el académico de la Facultad de Contaduría y Administración.

Rosales reconoce que el sistema educativo todavía no está listo para integrar espacios donde se fomente la creatividad y el uso responsable de la inteligencia artificial.

Actualmente, la universidad está en la fase de sensibilización, donde se les explica a los profesores qué es y cómo la están usando los alumnos. Después del proceso de sensibilización viene la parte de la educación, es decir, que los mismos profesores usen diversas plataformas.

“Yo pensaría que va a ser muy pronto que tengamos los primeros espacios virtuales, si quieres, pero espacios para explicar estas virtudes y riesgos de la inteligencia artificial. Eso va a ser pronto. [...] En pocos meses o pocas semanas estaremos abriendo más espacios”, asegura Rosales.

El profesor considera que la inteligencia artificial en la educación no debe verse como una amenaza ni como una oportunidad, sino como una realidad inevitable. Comparó este momento con la llegada del internet a las aulas a principios de los 2000, cuando al principio hubo resistencia, pero terminó por integrarse. “Con la inteligencia artificial pasará lo mismo y el sistema educativo tendrá que adaptarse y encontrar la forma de incorporarla”.

Esa integración ya está ocurriendo, incluso en los procesos de evaluación. A mediados de este mes, durante el examen de admisión al bachillerato en línea de la UNAM e IPN, 47 estudiantes fueron suspendidos. El sistema detectó comportamientos irregulares como celulares en uso, imágenes compartidas del examen e intentos de ayuda externa. Gracias al monitoreo en tiempo real con herramientas de inteligencia artificial, las instituciones lograron supervisar la aplicación de la prueba a distancia y detectar las anomalías de forma automática.

Franzoni cree que es posible integrar estas herramientas sin caer en el control total. “No es para que les dé la respuesta de todo, sino para que los ayude a llegar a ella”. También aclara que no todas las materias se prestan para esto. “En algunas asignaturas no les sirve para nada, porque ni siquiera entiende el nivel de complejidad”.

Tanto en el ITAM como en la UNAM se busca lo mismo. Usarla con responsabilidad y enseñar a usarla bien. Hoy, la mayoría de los cursos en México sobre inteligencia artificial son privados o cortos. La UNAM aún no tiene una oferta académica formal sobre el tema y muchos alumnos y maestros están aprendiendo por su cuenta, con lo que encuentran en internet.

Tampoco existen plataformas mexicanas desarrolladas con datos propios. Todo depende de herramientas creadas en otros países. “Nos va a llevar un poco más de años la creación de las propias plataformas de inteligencia artificial mexicanas, que todavía yo veo que no tenemos en desarrollo”.

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