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Jóvenes y operadores, los más expuestos en la industria manufacturera

Lo jóvenes de 25 a 29 años y operadores de maquinaria encabezan los siniestros en plantas del país.
lun 18 agosto 2025 04:47 PM
“No pudo volver a trabajar e iba iniciando su vida productiva”: Las industrias con más riesgos laborales
La concentración de riesgos laborales se ubica principalmente en Estado de México, Jalisco, Ciudad de México y Nuevo León.

Un arco eléctrico lo hizo caer. El joven recién había sido asignado a una obra sobre la carretera en Mérida, Yucatán, y terminó con fracturas y quemaduras que le cerraron el camino laboral.

“No pudo volver a trabajar e iba iniciando su vida productiva”, lamentó Rubén Balbuena, director de País de Prevencionar en México y miembro del consejo consultivo de Expo Seguridad de RX México.

Balbuena fue el perito del caso y aún recuerda la escena, que en parte fue el resultado de la prisa con tareas para las que el trabajador no estaba calificado y frente a un riesgo que no se ve, no huele, no se escucha: la electricidad.

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“Cuando te expones a un arco eléctrico y no tienes el equipo de protección personal adecuado, te va a traer consecuencias inmediatas y a largo plazo, desde quemaduras y pérdida de audición hasta secuelas neurológicas que impiden volver a un empleo formal”, advierte el directivo.

Dónde y a quiénes lastiman más los accidentes

Cifras oficiales del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) muestran que en 2023 se registraron 290,527 hechos de riesgos de trabajo, esto es, accidentes y enfermedades, de los cuales 4,790 ocasionaron incapacidad permanente y 340 fueron defunciones.

En el país hay 1,054,947 patrones registrados ante el IMSS y 22,238,379 puestos de trabajo afiliados al 31 de diciembre de 2024; un mes antes, el Instituto reportó 22,643,638 puestos, todos amparados por el Seguro de Riesgos de Trabajo.

Por entidad federativa, la concentración de riesgos se ubica principalmente en Estado de México, Jalisco, Ciudad de México y Nuevo León; además, la población joven es la más expuesta, ya que el rango de edad promedio de los casos es de 25 a 29 años y la mayoría corresponde a hombres.

Balbuena refiere que la cabeza es la región anatómica más afectada, pero las lesiones más comunes son esguinces de tobillo y pie, heridas en muñeca y mano, esguinces en el cuello, traumatismos en pierna y en muñeca–mano.

En incapacidades permanentes predominan fracturas de muñeca, mano, pierna y antebrazo y amputaciones traumáticas, mientras que en enfermedad laboral, la lista la encabezan hipoacusia, dorsopatías, lesiones de hombro, túnel carpiano y neumoconiosis.

Las industrias con más accidentes

Por su naturaleza, la manufactura es la industria con mayor número de accidentes, pues aglutina a más de seis millones de trabajadores asegurados y tres de cada 100 sufren un accidente laboral, es decir, más de 100,000 casos al año.

En otras palabras, uno de cada cuatro accidentes del país ocurre en este sector. Entre las ramas más afectadas sobresalen la alimentaria, automotriz, metalmecánica, hule y plástico, y fabricación de equipo eléctrico.

Al preguntarle al directivo quiénes se accidentan dentro de las plantas, señaló que en el top aparecen, sobre todo, operadores de maquinaria industrial por su exposición a fuerzas mecánicas. Sin embargo, hay sectores que parecieran ser más seguros o que pasan desapercibidos, pero no es así.

Es el caso de los servicios en restaurantes, donde los meseros suelen cargar charolas con la mano, en una posición que pone en riesgo su salud musculoesquelética. Esperanza Granados, especialista en higiene laboral, advierte que en varios establecimientos incluso los empleados llevan las charolas sobre la cabeza; lo cual puede caer en el incumpliento de varias normas laborales.

“Llevar o sostener cargas (como una charola) a la altura de la cabeza entra de lleno en el nivel de riesgo más alto de la Norma 036 y trabajar con la muñeca doblada, aplicado al servicio con charola, cargarla con la muñeca flexionada o desviada pone al trabajador en riesgo, según la NOM-037. Además la NOM-030 obliga a los empleadores a tener los requerimientos mínimos para garantizar espacios de trabajo seguros”, detalla.

Para Balbuena, el país opera en general con una cultura reactiva más que preventiva. “Cumplir con la legislación es lo mínimo indispensable. Lo que sucede en la industria de la manufactura es que estamos al revés. Oye, la máquina hace mucho ruido… ¿la arreglamos? ¿Le colocamos una cabina sonomortiguada? ¿O mejor le ponemos a todos los trabajadores unas conchas acústicas o unos tapones?… A corto plazo parece lo más barato, pero ya cuando haces un análisis de costo-beneficio, lo mejor es arreglar la máquina para eliminar peligros”, dice.

Su camino para la prevención empieza por lo básico, que es inventariar peligros, mapearlos sobre el layout y evaluar con metodología para priorizar los de mayor impacto. Después, fijar objetivos que midan actos y condiciones inseguras como paros y arranques intempestivos y no solo contar accidentes. “Lo que no se mide, no se controla”, puntualiza.

El costo que no sale en la póliza

Más que la atención médica y los días perdidos, la factura de un siniestro llega por otros lados. “En algunos casos hablamos de proporciones de 4 a 1, 5 a 1, una curva de aprendizaje, el tiempo de investigación del accidente, el tiempo que estuvo parada la máquina, las refacciones. Después de un accidente nada vuelve a ser igual”.

Para el especialista la ecuación es simple. Riesgo = exposición + probabilidad. En las industrias con mayor número de accidentes se intenta bajar la probabilidad porque la gravedad puede ser de la incapacidad permanente a la muerte, sobre todo cuando se operan máquinas con partes en movimiento o superficies calientes. En sectores de comercio y servicios, el problema es el contrario, dice, pues se minimiza el peligro y, sin medidas, la probabilidad sube y acaba reflejada en las estadísticas.

En el corto plazo, Balbuena ve que si se presiona por producir más en menos horas, debe haber un comité donde la productividad sume a la seguridad, con decisiones de ritmo y cargas de trabajo avaladas por especialistas, para no llevar al límite de sus capacidades físicas y mentales al personal.

Y en el mediano plazo, formación y liderazgo. “Las empresas que lo están haciendo bien son fáciles de identificar porque la prevención se asume como un valor. Los trabajadores que cuidan su salud asisten a capacitaciones y ayudan a los de nuevo ingreso. Esa convicción y no el apuro de ‘prepararse’ para la auditoría es la que baja incidentes de manera sostenible”, asegura.

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