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Slim, Larrea y Chico Pardo, tres estilos distintos en la mesa de negociación

La forma en que los grandes empresarios negocian define sus resultados de negocio y su reputación. Y mientras Slim apuesta por la estrategia, Larrea por la presión y Chico Pardo por la claridad.
lun 20 octubre 2025 03:12 PM
Tres empresarios, tres estilos: Slim, Larrea y Chico Pardo mostraron que negociar es algo más que dinero
En los últimos cinco años las negociaciones más exitosas han sido las que combinan equilibrio, reputación y control de riesgos. (AFP)

La forma de negociar puede ser tan decisiva como los activos que se ponen sobre la mesa. En un entorno donde los intereses empresariales conviven con la política y la percepción pública, el modo en que un empresario negocia puede definir el éxito o el fracaso de su operación.

El caso Banamex es el ejemplo más reciente de cómo una negociación puede ganarse o perderse según la forma de conducirla. Durante más de dos años, Citigroup intentó vender su filial mexicana, y en ese proceso Germán Larrea, dueño de Grupo México, se perfiló como el comprador natural. Su conglomerado —con intereses en minería, transporte e infraestructura— tenía la fuerza financiera necesaria, pero el proceso se fue complicando conforme avanzaron las conversaciones.

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Dos estilos, una negociación

Larrea es un empresario de bajo perfil, que desde 1994 evita entrevistas y apariciones públicas. A través de Grupo México ha construido uno de los mayores consorcios mineros del mundo, con operaciones en México y Perú. Sin embargo, su estilo de liderazgo, reservado pero firme, ha generado tensiones con el gobierno federal.

En 2023, el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó la ocupación temporal de un tramo ferroviario concesionado a su empresa en Veracruz, lo que desató un enfrentamiento que terminó por enfriar la negociación de Banamex. Según fuentes cercanas al proceso, el empresario consideró que seguir adelante implicaba un riesgo político demasiado alto.

Larrea, de 71 años, forma parte de la vieja guardia del empresariado mexicano y ha consolidado un portafolio diversificado en minería, transporte y energía. Pero su estilo de negociación, directo y presionante, contrasta con el contexto político actual.

Su estilo puede acelerar decisiones, pero también genera fricción. María Antonieta Acosta, especialista en liderazgo estratégico, lo describe como un líder “autoexigente y congruente, aunque con una rigidez que limita el avance de los acuerdos”. Esa rigidez se evidenció cuando, al presentar su oferta por Banamex, las acciones de Grupo México cayeron 15.18%, a 136.40 pesos.

Citigroup finalmente optó por un perfil distinto, el de Fernando Chico Pardo, conocido por su serenidad y reputación. Pactó con él la venta del 25% de Banamex, mientras que el resto se colocará en la Bolsa Mexicana de Valores. La elección, más que financiera, se basó en la confianza.

“Chico Pardo fue más factible desde el punto de vista regulatorio y con mejor percepción pública. Larrea, con su estilo agresivo, generó tensión y dudas sobre los permisos. La paciencia y la confianza funcionaron mejor”, sostiene Saskia de Winter, especialista en liderazgo estratégico.

Así como Chico Pardo, otros empresarios han demostrado que un liderazgo que puede sostener la confianza incluso en escenarios adversos. Entre ellos, Carlos Slim, quien ha sabido recomponer su relación con el gobierno federal y consolidarse como una figura clave en la economía mexicana.

Un liderazgo estratégico

Slim, ingeniero civil por la UNAM y de 85 años, ha construido un imperio que abarca telecomunicaciones, construcción, energía y comercio. Si bien defendió abiertamente la continuidad del NAIM, advirtiendo que su cancelación frenaría el desarrollo del país, supo ajustar su estrategia tras el cambio de prioridades del gobierno. Hoy, se ha convertido en un defensor vocal de Pemex y de la colaboración entre el Estado y la iniciativa privada para fortalecer al sector energético.

A través de Grupo Carso, ha participado en proyectos estratégicos de exploración y desarrollo de infraestructura, como Zama, Lakach e Ixachi. Su discurso se ha alineado con la idea de fortalecer a la empresa estatal como motor de la economía nacional, una postura que le ha permitido mantener interlocución directa con las autoridades energéticas y consolidar su posición como un aliado clave del Estado.

Su influencia no se limita a los contratos públicos. A través de América Móvil, Grupo Carso, Inbursa e IDEAL, Slim mantiene presencia en sectores estratégicos de México y América Latina. Su capacidad de adaptación y su lectura política le han permitido mantener el liderazgo empresarial durante más de cinco décadas. De acuerdo con el ranking “Los 100 empresarios más importantes de México” de Expansión, ocupa la primera posición, reflejo de su peso económico y simbólico en la iniciativa privada nacional.

Para Acosta, el empresario encarna un liderazgo estratégico que combina prudencia y visión. “Piensa a largo plazo, con claridad en el para qué de cada decisión. En sus negociaciones siempre hay un ganar-ganar. Con él te sientes en un ambiente seguro, con reglas claras y transparencia”, señala.

Claves para una negociación exitosa

De Winter considera que en los últimos cinco años las negociaciones más exitosas han sido las que combinan equilibrio, reputación y control de riesgos. “Cuando el estilo se percibe como amenaza, se rompe el ganar-ganar. Larrea proyecta fuerza, pero también voracidad. En cambio, Slim y Chico Pardo se mueven con mesura, cuidando los tiempos y la relación con el gobierno”.

Saskia de Winter señala que la reputación se ha vuelto un activo central y es un intangible que se construye con base en la repetición de los comportamientos y creencias a lo largo del tiempo. La experta consultada advierte que un líder congruente, aunque sea firme, genera más confianza que uno impredecible. “Decir no también es parte de una negociación saludable”, apunta.

De Winter agrega que el manejo de la narrativa es otro elemento decisivo. En su experiencia, los grandes empresarios ya no negocian solo en la mesa, sino en la arena pública. “Hoy hay que considerar la política, los medios, las redes y la percepción social. Las negociaciones que integran estos factores logran mejores resultados”.

Slim, Larrea y Chico Pardo son tres ejemplos de cómo el carácter define el curso de los negocios. Uno avanza con paciencia y cálculo. Otro presiona hasta romper la cuerda. El tercero equilibra firmeza y diplomacia. Para Acosta, los líderes que se conectan con su propósito y actúan desde sus valores pueden mover cualquier empresa.

En el tablero de la economía mexicana, los resultados parecen confirmar que negociar bien no siempre es ganar más rápido. “En realidad, ningún estilo es mejor que otro, porque depende mucho de la contraparte. Lo que hace la diferencia es que en el proceso se tome en cuenta al otro, que haya beneficios y concesiones para ambas partes”, apunta De Winter.

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