Contaminantes que quedan tras una inundación
Harvard Health advierte que el agua que entra a las viviendas durante una inundación puede estar contaminada con sustancias químicas, metales pesados, pesticidas, aguas residuales y biotoxinas.
Estos contaminantes se asientan y forman sedimentos. Cuando se secan, el polvo resultante queda suspendido en el aire por actividades cotidianas como caminar o limpiar, y puede ser inhalado.
Respirar esas partículas representa un riesgo directo para las vías respiratorias. No es necesario que el hogar esté totalmente cubierto por agua para que el riesgo exista.
El riesgo no siempre es visible
Incluso casas que no estuvieron anegadas por completo pueden registrar afectaciones por filtraciones menores en techos, ventanas o ductos.
La intrusión de agua basta para generar humedad suficiente para que surjan esporas, bacterias o restos de sedimento que, al secarse, se incorporan al ambiente.
Estas partículas contaminantes permanecen activas mucho después de que el agua se ha retirado, por lo que el riesgo para la salud respiratoria se mantiene durante semanas o meses.
El moho también afecta la salud
Otro de los efectos secundarios comunes tras una inundación es el crecimiento de moho en interiores. Este hongo prolifera en materiales húmedos como paredes, tapicería o alfombras.
El moho se reproduce por esporas invisibles que flotan en el aire. En altas concentraciones pueden provocar rinitis, sinusitis, asma o infecciones respiratorias persistentes.
Harvard Health recuerda que ningún espacio está libre de esporas, pero después de fenómenos como huracanes o tormentas se han registrado niveles mucho más altos en zonas afectadas.
Cómo afecta el moho a la niñez
Estudios en comunidades de Canadá y el Reino Unido mostraron una correlación entre presencia de moho y síntomas como bronquitis, tos, congestión y asma en menores.
En Nueva Orleans, después del huracán Katrina, las concentraciones de moho en interiores fueron incluso mayores que las del exterior, duplicando la exposición para personas que permanecieron en casa.
Estas condiciones provocan que niñas y niños sean más propensos a desarrollar enfermedades respiratorias o empeorar cuadros clínicos ya diagnosticados como asma o alergias.