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Abróchense el cinturón, Trump deja claro que no habrá tregua en su presidencia

El mandatario estadounidense ha protagonizado una semana turbulenta con amenazas comerciales, salidas de personal y tuits polémicos, y no da muestras de parar.
mar 06 marzo 2018 06:14 AM

Estados Unidos y el mundo deberían abrocharse el cinturón de seguridad ahora que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha dejado claro que no habrá tregua en el caótico viaje de su presidencia después de una de las semanas más turbulentas y discordantes de su mandato hasta el momento.

En un par de discursos y una serie de tuits durante el fin de semana, Trump dio la impresión de que, mientras gran parte de Washington y el resto del mundo se tambalean a causa de su comportamiento, él está en su elemento.

Casi se sintió —en medio del chismorreo y la confusión del personal en el Ala Oeste, y con los múltiples escándalos y acusaciones que azotaron a la Casa Blanca— que Trump estaba enfatizando que realmente había tomado el control de su propia presidencia.

“Estoy logrando mucho en Washington y nunca he tenido un mejor momento para hacer algo, y especialmente porque esto es para el pueblo estadounidense”, escribió Trump el domingo en Twitter, aparentemente ansioso por disipar los informes de múltiples medios de comunicación de que está aislado, enojado y fuera de control.

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Mientras tanto, el presidente sigue defendiendo sus aranceles de acero y aluminio, que han despertado temores de una guerra comercial que podría sumir a la economía global en un caos, aunque el lunes por la mañana dejó abierta la posibilidad de que podría levantarlos si se renegocia el TLCAN.

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“Estamos en el lado perdedor de casi todos los acuerdos comerciales. Nuestros amigos y enemigos se han aprovechado de Estados Unidos durante muchos años. Nuestras industrias de acero y aluminio están muertas. ¡Lo siento, es hora de un cambio! ¡HAGAMOS GRANDE A ESTADOS UNIDOS OTRA VEZ!”, escribió Trump el domingo en Twitter.

El tuit fue revelador porque mostró hasta qué punto la visión del mundo del presidente en ganadores y perdedores y un enfoque de política que refleja los resultados binarios de un acuerdo de bienes raíces están impulsando la acción vital del gobierno.

El anuncio del presidente de los aranceles la semana pasada fue sorpresivo porque no hubo detalles inmediatos sobre políticas que lo respaldaran.

Pero no debería sorprender que el presidente haya decidido ponerse del lado de los proteccionistas por sobre los globalistas en su gobierno.

Después de todo, él ha estado predicando su mensaje comercial durante 30 años y eso le ayudó a trazar una ruta a través de los estados indecisos del Medio Oeste hacia la Casa Blanca.

El gurú del comercio de la Casa Blanca, Peter Navarro, declaró el domingo que a pesar de la furia y las amenazas de represalias por parte de algunos de los aliados más cercanos de Estados Unidos, los aranceles van a todo vapor.

“En este momento, no habrá exclusiones de países”, dijo, agregando que una vez que se hayan resuelto todos los requisitos legales, Trump podría firmar una orden para anunciar los aranceles esta semana o la próxima.

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Lo repentino de la exigencia de Trump por los aranceles alimentó los temores entre algunos de sus aliados de que su presidencia comenzaba a desmoronarse mientras enfurecía en contra de sus subordinados y lidiaba con una serie de malas noticias que tienen pocos paralelos en los tiempos modernos. Solamente la semana pasada:

• La confidente de Trump, Hope Hicks, renunció, un día después de admitir ante un panel del Congreso que dijo mentiras blancas por su jefe.

• Una avalancha de informes sobre acuerdos comerciales de su yerno Jared Kushner mientras actuaba como asesor de alto nivel estremeció al Ala Oeste.

• Trump se enemistó públicamente con su fiscal general Jeff Sessions, y quedó claro que el fiscal especial Robert Mueller está siguiendo múltiples líneas de investigación que conducen a la Casa Blanca.

• El jefe de personal de Trump, John Kelly, sugirió que Dios lo había castigado al ponerlo en su puesto, mientras que Anthony Scaramucci, el efímero director de comunicaciones del presidente, dijo que la moral de la Casa Blanca era más mala que nunca.

La extraordinaria reunión de Trump en la Casa Blanca sobre violencia escolar —en la que repudió la ortodoxia conservadora sobre el control de armas en frente del vicepresidente Mike Pence y un grupo bipartidista de legisladores— reforzó la impresión de que Trump en realidad estaba disfrutando de salirse de la línea, libre de restricciones políticas.

Pero también planteó preguntas sobre la consistencia del presidente, porque después de exigir un proyecto de reforma “integral” de la ley de armas, se reunió con los principales líderes de la national Riffle Association en la Oficina Oval.

Trump pareció desatado nuevamente el sábado, cuando habló en una recaudación de fondos en su resort Mar-a-Lago, en Florida.

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Arremetió contra sus predecesores en la Casa Blanca, contra Hillary Clinton y contra los demócratas a medida que preparan su ataque electoral en 2018. Pero los comentarios más impactantes se produjeron cuando el presidente elogió al presidente chino, Xi Jinping, por su manejo de poder, que podría convertirlo en el hombre más poderoso de China de por vida y convertirse efectivamente en un dictador represivo.

“Creo que es genial. Tal vez intentaremos algo así algún día”, dijo el presidente, según un audio del discurso.

El tono cómico de Trump fue juicioso. No obstante, el comentario fue escandaloso. Representó un revés desgarrador de casi medio siglo de política exterior estadounidense. Y ha habido muchas señales de que, en temperamento, si no en acción, Trump tiene una veta de autoritarismo en su alma política.

El sábado por la noche, en la cena anual del Gridiron Club, el presidente hizo un raro intento de burlarse de sí mismo. Pero tan crudo es el debate político en Washington, y tan tensas sus relaciones con la prensa, que muchos de sus comentarios tuvieron un trasfondo de malicia.

“Muchas personas han estado abandonando la Casa Blanca. En realidad ha sido muy emocionante y estimulante porque uno quiere nuevas ideas. Por lo tanto, me gusta la rotación. Me gusta el caos. Realmente es bueno”.

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