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Así pagan las familias de EU el precio de la guerra comercial

Los aranceles impuestos por ambas partes han causado una carga para los hogares y productores estadounidenses, pese a las afirmaciones contrarias del presidente Trump.
mié 22 mayo 2019 05:00 AM

Por: MARY E. LOVELY

Nota del editor: Mary E. Lovely es profesora de Economía de la Universidad de Syracuse y miembro senior no residente del Peterson Institute for International Economy. Las opiniones expresadas en este comentario son solo de ella.

(CNN Business)- Trump está intensificando su guerra comercial contra China, y las familias estadounidenses están pagando el precio.

Cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, inició la guerra comercial con China hace un año, justificó la acción como necesaria para abrir los mercados de China y garantizar los derechos de Estados Unidos a su propia propiedad intelectual. Al vender estas acciones como algo bueno para Estados Unidos, Trump afirmó que “las guerras comerciales son buenas y fáciles de ganar” y que China, y no Estados Unidos, sobrellevaría la carga arancelaria.

A principios de este mes, el presidente aumentó significativamente los aranceles, y los estadounidenses ahora se arriesgan a pagar un impuesto del 25% sobre todo lo importado de China. Los chinos están listos para devolver el favor al aumentar los impuestos sobre 60,000 millones de dólares de exportaciones estadounidenses.

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¿Es realmente posible que impuestos tan altos sobre una quinta parte de las importaciones estadounidenses, junto con barreras limitantes para las exportaciones estadounidenses, sean buenos para Estados Unidos? El sentido común y la creciente evidencia empírica nos dicen que no; estos aranceles son una carga para los hogares y productores estadounidenses y no ofrecen alivio alguno de los problemas que se suponía que debían resolver.

A estas alturas, es probable que no sea una sorpresa para las familias estadounidenses que los aranceles elevan el costo de la vida. Walmart dijo la semana pasada que los nuevos aranceles de importación conducirían a precios más altos en una amplia variedad de bienes de consumo recientemente afectados por la última ronda de aranceles prometida.

Los grupos de comercio minorista advierten que los precios más altos serán la norma, debido a que China representó aproximadamente el 41% de toda la ropa, el 72% de todo el calzado y el 84% de todos los bienes de viaje importados a Estados Unidos en 2017. Considerando el calendario probable de esta última escalada, estas alzas de precios deberían afectar a los padres estadounidenses justo a tiempo para las compras escolares.

Los aranceles de Trump también suponen una carga para los productores estadounidenses, al aumentar el costo de los insumos y suministros provenientes de China. De hecho, los bienes intermedios y los equipos de capital —como los motores eléctricos, las piezas de bicicletas y los plásticos— destinados a las fábricas y talleres estadounidenses, representan la mayor parte de las importaciones estadounidenses desde China.

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Los mayores costos de estos suministros, que están directamente involucrados en los procesos de producción, perjudican la competitividad estadounidense, reduciendo las ventas de productos fabricados en Estados Unidos tanto en el país como en el extranjero. Erosionan las ganancias para los dueños de negocios estadounidenses y dificultan que los trabajadores estadounidenses vean aumentos de sueldo reales.

Alrededor del 37% de las importaciones estadounidenses desde China son computadoras y dispositivos electrónicos, y todo el comercio en esta categoría pronto será gravado con un 25%. Como resultado, a las oficinas, fábricas, escuelas y hogares estadounidenses les resultará más difícil realizar las inversiones necesarias mantener el ritmo de los cambios en la tecnología de la información.

Las afectaciones de los mayores costos para los fabricantes estadounidenses han palidecido hasta ahora junto a la grave angustia que enfrentan los agricultores y ganaderos estadounidenses, cuyas ventas a China se han desplomado desde que comenzó la guerra comercial de Trump. Con los aranceles luciendo más permanentes cada día que pasa, se vuelve cada vez más difícil sembrar para otra temporada o criar otra manada.

El presidente Trump señala que las empresas que producen en Estados Unidos utilizando solo proveedores estadounidenses pueden evitar los aranceles. Pero los agricultores estadounidenses, que se ajustan en gran medida a este molde, se encuentran entre los más perjudicados por los aranceles, ya que permanecen excluidos de uno de los mercados más grandes y de mayor crecimiento en el mundo.

Para otras industrias, los proveedores locales simplemente no existen. Las diferencias salariales entre Estados Unidos y los países de bajos ingresos son más que suficientes para hacer que la producción estadounidense de componentes que requieren mucha de mano de obra no sea factible. Por ejemplo, la producción de bienes electrónicos de baja tecnología, como cables de alimentación, se ha estado alejando de China desde hace años, pero hacia el sudeste de Asia, no de regreso a Estados Unidos.

Por último, la guerra arancelaria contribuye a la desaceleración económica de China, que afecta a los cientos de compañías estadounidenses que producen y venden en China, como General Motors y Caterpillar, poniendo en peligro los puestos de trabajo relacionados con el éxito de estas actividades en el extranjero. Muchos empleos en Estados Unidos ahora dependen de las saludables ventas en el extranjero de las multinacionales estadounidenses. La guerra comercial supone el riesgo de alejar a los consumidores chinos de los productos estadounidenses, eliminando empleos estadounidenses en el proceso.

A medida que los aranceles se vuelven más amplios, más altos y más permanentes sin el alivio de los cambios en el comportamiento chino que se suponía que debían provocar, es cada vez más probable que las familias estadounidenses que pagan el precio de la guerra comercial de Trump no ganen nada.

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