Años más tarde, los preocupantes efectos secundarios de tales políticas enfrentan un escrutinio creciente. Una consecuencia de las tasas negativas ha sido el impacto sobre los bancos, que tienen que pagar para estacionar su dinero en los bancos centrales en lugar de cobrar intereses. Los ahorradores también han sido penalizados.
Ahora, el impacto en los fondos de pensiones está recibiendo más atención. Estas entidades dependen de los bonos para obtener rendimientos estables para financiar los pagos a los pensionados. Los rendimientos de los bonos de países como Alemania son negativos, lo que los obliga a perseguir rendimientos en otros lugares. En Países Bajos, las estrictas normas contables para calcular los costos futuros —generalmente considerados positivos— significan que los fondos enfrentan mayores pasivos cuando las tasas de interés son bajas. Si no pueden cumplir con sus obligaciones, se ven obligados a reducir los beneficios.
“Con toda probabilidad, tendremos que reducir las pensiones el próximo año, y tampoco luce bien en los próximos años”, advirtió el mes pasado Corien Wortmann-Kool, presidente de ABP, uno de los fondos más grandes de Países Bajos.
El sistema de pensiones holandés tiene dos componentes principales: una pensión estatal de pago inmediato y pensiones privadas en las que tanto empleados como empleadores aportan, y en las que el nivel de las primas a menudo es negociado por los sindicatos.
La mayoría de los trabajadores tienen acceso a ambos, y con los fondos públicos y privados vistos como confiables, están confiados en que estarán cubiertos hasta la jubilación, a pesar de los niveles relativamente altos de deuda familiar. Los activos en los fondos de pensiones en Países
Bajos suman un total de 1.5 billones de dólares, lo que lo convierte en el hogar de uno de los mayores fondos de reservas de pensiones en el mundo.
En tal entorno, cualquier recorte sería sorprendente. El gobierno holandés había pronosticado que aproximadamente la mitad de los pensionistas enfrentarían pequeños recortes de pensiones en 2020.
“Debido a que tenemos tanto dinero, hay un gran interés en mantenerlo seguro”, dijo Tuur Elzinga , quien maneja los problemas de pensiones para FNV, el sindicato más grande de la nación. Dijo que miembros de sindicatos en todo el país habían estado preparados para protestar si la situación no se resolvía.
Bajo presión, el gobierno holandés anunció un plan para mitigar las afectaciones. Wouter Koolmees, el ministro de Asuntos Sociales y Empleo, declaró que el próximo año relajaría algunos de los requisitos sobre los fondos que habrían forzado recortes, permitiendo que se evite la mayoría. La inusual propuesta, que aplaudieron FNV y la federación de pensiones holandesa, será debatida en el parlamento el jueves.
“Es un muy buen paso”, dijo Elzinga.
Una crisis más amplia
Países Bajos se había enfocado en las formas de lidiar con el cambio demográfico, desarrollando un plan para reformar su sistema que se espera que finalice en 2020. Según el plan, el país aumentaría su edad de jubilación a 67 años en 2024. Después de eso, por cada año que aumente la esperanza de vida en el país, los ciudadanos tendrían que trabajar durante otros ocho meses para llegar a la jubilación.
Pero, en el corto plazo, es la emergencia causada por las bajas tasas de interés lo que ocupa un lugar central.
“Es algo que no hemos visto antes a esta escala”, dijo Marcel Klok, economista senior del banco holandés ING. Una creciente falta de confianza en los sistemas de pensiones podría tener un impacto económico más amplio si provoca que los consumidores frenen el gasto, agregó.
Marc Heemskerk, un experto en pensiones de Mercer asentado en Amsterdam, dijo que la tensión se extiende más allá de Países Bajos, señalando a Dinamarca como otro país que podría estar expuesto. De manera perversa, los sistemas de pensiones más estrictos y confiables podrían ser los que enfrenten más complicaciones. “Mientras más garantías tengas sobre tus pensiones, [peor] es el problema”, dijo Heemskerk.
Para los bancos centrales, los problemas de pensiones generan preocupaciones más amplias sobre sus políticas poco ortodoxas en la última década.
El Banco Central Europeo se ha enfrentado a una disidencia sin precedentes desde su reunión en septiembre, cuando anunció que presionaría las tasas de interés aún más hacia el territorio negativo y reiniciaría su programa de compra de activos de casi 3 billones de dólares. Después de la reunión, Klaas Knot, miembro del consejo de gobierno del BCE y presidente del banco central holandés, emitió una rara declaración disidente, llamando a las medidas “desproporcionadas a las condiciones económicas actuales”.
Christine Lagarde, quien comenzó su mandato como presidenta del Banco Central Europeo este mes, es consciente de las preocupaciones sobre las consecuencias de las tasas negativas y se ha comprometido a revisarlas durante su mandato. Sin embargo, desde la perspectiva de los fondos de pensiones holandeses, las tasas dolorosamente bajas no irán a ninguna parte, y es solo una cuestión de si el gobierno puede aliviar el daño antes de que los cambios sistémicos entren en vigor el próximo año.
“Las persistentes bajas tasas de interés son una realidad que obviamente debemos tener en cuenta”, dijo Wortmann-Kool de ABP a los pensionistas el mes pasado.