Analistas encuestados por Reuters habían previsto un colapso del PIB de 34.1% en el periodo de abril a junio.
El Departamento de Comercio indicó que "la caída del PIB refleja la respuesta a la COVID-19, que implicó medidas de confinamiento entre marzo y abril, que fueron parcialmente compensadas por la reapertura de una parte de la actividad en algunas regiones del país en mayo y junio".
La contracción del PIB se debe en gran medida a la caída del gasto en consumo, que es el principal motor del PIB, que se desplomó 34.6% en el segundo trimestre.
Los gastos en servicios, un sector que sufrió de lleno el golpe de la crisis, bajó 43.5%. En tanto las inversiones privadas cayeron un 49%.
Por el contrario, el gasto del gobierno federal subió 17.4% debido a los paquetes de ayuda para los hogares y las empresas para combatir la crisis.
Aunque la economía comenzó a repuntar en mayo, el impulso se ha desacelerado por la reaparición de casos de coronavirus, especialmente en áreas densamente pobladas del sur y el oeste de Estados Unidos, donde las autoridades están cerrando nuevamente negocios y empresas para contener los contagios.
El incremento acelerado de casos y la cifra de muertes ha moderado las expectativas de un repunte del crecimiento en el tercer trimestre.
El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, reconoció el miércoles que ha habido una ralentización de la actividad. El banco central estadounidense dejó sin cambios sus tasas de interés en niveles cercanos a cero y se comprometió a continuar inyectando dinero barato a la economía.
"Da la impresión de que la economía tocó fondo en el segundo trimestre", dijo Sung Won Sohn, profesor de finanzas y economía de Loyola Marymount University en Los Angeles.
"El panorama no es muy bueno. Los estadounidenses no están haciéndolo bien en términos de distanciamiento social, la tasa de infecciones es inaceptablemente elevada y eso implica que la economía no puede ganar tracción", sostuvo.
El descalabro del PIB y la tambaleante recuperación podría generar más presión a la Casa Blanca y el Congreso para que acuerden un segundo paquete de estímulos económicos.
Economistas dicen que sin el primer paquete fiscal de casi 3 billones de dólares aprobado por el Congreso, la contracción del PIB pudo haber sido peor. El plan ofreció a las compañías ayudarles a pagar salarios y entregó a millones de desempleados un cheque semanal de ayuda por 600 dólares, en un subsidio de emergencia que expira el sábado. Muchas empresas han agotado sus líneas de crédito.
Estas cifras publicadas por el Departamento de Comercio muestran el crecimiento anualizado por lo que no son comparables con los indicadores que usan otras economías avanzadas.
En otro reporte por separado el jueves, el Departamento del Trabajo dijo que los pedidos iniciales de subsidios por desempleo totalizaron 1,434 millones en la semana finalizada el 25 de julio, por debajo de las estimaciones del mercado que apuntaban a un incremento de 1,450 millones de solicitudes.