Washington considera que el gendarme del comercio mundial lo trata de forma "injusta" y ha amenazado con abandonar la organización. Quiere que se renueve y desde diciembre bloquea el tribunal de apelaciones de su órgano de resolución de litigios.
"Estados Unidos quiere que el próximo director general comparta las preocupaciones estadounidenses, muchas de las cuales conciernen a China. Como el director general es elegido por consenso, esta posición firme complica la selección", explica el profesor de relaciones internacionales Manfred Elsig, del World Trade Institute en Berna.
"Es posible que muchos miembros de la OMC quieran esperar hasta después de las elecciones, con la esperanza de un cambio de gobierno", estima.
A mediados de mayo, Azevedo anunció que dejaría el cargo un año antes del final de su mandato por "motivos familiares". No faltan candidatos para suceder al brasileño. Hay ocho: tres africanos, dos europeos, dos asiáticos y un latinoamericano.
Pero las tensiones internacionales y la creciente politización de las elecciones a la cabeza de las organizaciones internacionales podrían complicar el proceso de designación del sucesor de Azevedo.
Del 7 al 16 de septiembre la OMC llevará a cabo una primera ronda de consultas -conocidas como "confesionales"- con cada uno de los miembros para eliminar a los tres candidatos peor colocados para obtener un apoyo consensual.
Se celebrarán dos rondas más, probablemente en octubre y noviembre.
La incapacidad de los países miembros de ponerse de acuerdo en julio para nombrar a un director interino ha demostrado "la politización del tema", señala una fuente cercana al caso.
"El tema es saber hasta dónde podrían estar dispuestos a llegar algunos, por ejemplo bloqueando a un candidato aceptado por los otros miembros", afirma un diplomático occidental.
Con la partida de Azevedo, uno de los cuatro subdirectores de la OMC (un estadounidense, un alemán, un nigeriano y un chino) debía asumir las funciones interinas. Pero Washington y Bruselas no han logrado alcanzar un acuerdo.
Elvire Fabry, investigadora del Instituto Jacques Delors, afirma que "el veto estadounidense" al nombramiento del alemán, que contaba con el apoyo de la mayoría de los países, se debe a la voluntad del presidente Donald Trump de "endurecer la relación de fuerza con la Unión Europea (...) en vísperas de las elecciones".
"Una concesión de este tipo, incluso solo para el interino, habría sido demasiado importante. Pero también hay que tener en cuenta que Washington no descarta que el período interino se alargue más de lo esperado, y no ha querido poner a un europeo en el sitio", considera.
Los candidatos mantienen la calma, como el británico Liam Fox, quien aseguró a la AFP que tiene "confianza en el proceso de selección", o la keniana Amina Mohamed, que no tiene "ninguna razón para dudar de que no se respete el calendario".
"Es difícil medir el poder perjudicial que Estados Unidos está ejerciendo sobre este proceso, saber hasta qué punto puede realmente parasitarlo, perturbarlo, y también hasta qué punto lo quiere. Creo que esto sigue siendo una gran incógnita", abunda Sébastien Jean, director del Centro de Estudios Prospectivos y de Información Internacionales.
"Tenemos la sensación de que Estados Unidos probablemente siga bastante pasivo y muestre poca buena voluntad de aquí al 3 de noviembre. Algunos incluso hablan de esperar hasta la investidura el 20 de enero" del presidente estadounidense, señala.
El proceso de nombramiento del próximo jefe de la OMC nunca ha estado tan politizado y algunos ya no descartan recurrir a la votación, lo que sería algo nuevo.
En 1999, cuando los países no llegaron a un acuerdo, prefirieron nombrar a dos directores, cada uno por un mandato corto de tres años.
Una solución que no es del agrado del experto Manfred Elsig debido a la colosal tarea que le espera al sucesor de Azevedo. "Una persona cuyo mandato sea corto corre el riesgo de ser percibida como un pato cojo desde el comienzo", dice.