El INEGI llegó a la entidad hidrocálida tras los sismos de 1985 e impulsado por el proyecto de descentralización del entonces presidente Miguel de la Madrid.
“Es importante entender al Instituto en el contexto de Aguascalientes, su crecimiento y autonomía se favorecieron con el cambio a esta ciudad… Tenía que estar suficientemente lejos de la capital para no ir y venir de manera cotidiana”, cuenta Santaella, en una de las pocas entrevistas que sostiene ampliamente con un medio de comunicación.
Trayectoria
En ese tiempo, fungía como jefe del Departamento de Política Macroeconómica de la Dirección General de Planeación Hacendaria de la Secretaría de Hacienda. A la par, vivió uno de los dos periodos que ha tenido como investigador y docente del ITAM, su alma máter donde cursó la licenciatura en Economía.
Ha ocupado varios cargos en la escena pública, entre ellos, el de coordinador ejecutivo del Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, creado tras la reforma energética de 2013, y otros más al interior del Banco de México.
En diciembre de 2015, Santaella fue ratificado por el Senado como nuevo presidente del INEGI a propuesta del entonces presidente Enrique Peña Nieto, en sustitución de Eduardo Sojo. Cinco años después, la pandemia le puso un gran reto en el camino.
Censo poblacional con pandemia
En 2020, el órgano autónomo tenía que hacer el censo poblacional y la pandemia implicó varios retos administrativos, logísticos y presupuestales. El cierre de actividades económicas, por ejemplo, llevó a hacer reasignaciones de recursos, cancelar encuestas y ampliar el call center.
“Instrumentamos toda una serie de programas estadísticos para ofrecer información; comenzamos encuestas sobre el impacto en educación, en el mercado laboral, en la desaparición de pequeñas y medianas empresas”, señala.
Los resultados de este último ejercicio aún resuenan fuerte. Según el INEGI, al cierre de 2020, más de un millón de estas unidades productivas ‘murieron’ a causa del impacto de la pandemia.
Santaella destaca la importancia de tener información estadística de calidad de manera oportuna, pues ello le permite a las autoridades tomar decisiones de política y seguridad pública para atender las necesidades de la población. Pero el dato no cayó del todo bien en Palacio Nacional, sede del Poder Ejecutivo federal.
Discrepancias
Cuestionado al respecto en una de sus conferencias matutinas, el presidente López Obrador sostuvo que no le preocupaba el informe y que tenía ‘otros datos’, aduciendo que otros indicadores, como el consumo, se mantenían estables.
La duda sobre los datos no es exclusiva, ni nueva para el INEGI. Julio Santaella recuerda que cuando estaba la administración del presidente Peña Nieto se publicaron reportes sobre homicidios, lo cual también generó fuertes críticas entre la opinión pública; pero recuerda que las leyes que rigen al instituto tienen instrucciones claras de apartidismo.
“La información puede ser cruel, pero es cruda, objetiva, no tiene carga ideológica”, comenta.
Secretos
Pero ¿cómo guarda esa información en su círculo profesional y social?, el economista responde que todo viene de la mano con códigos claros, principios fundamentales de la estadística que están en el Código de Ética del INEGI.
"Uno de los principios más importantes es la confidencialidad, equivale al secreto estadístico, ejemplo concreto: yo levanté el cuestionario censal del presidente López Obrador. Recuerdo lo que él me respondió, yo no te puedo decir lo que me dijo, me lo llevo a la tumba. Eso aplica en muchas otras dimensiones, tenemos códigos muy claros de cómo, cuándo y dónde podemos revelar información. En la parte personal, me sujeto a lo mismo", termina.