Se vio impulsada por la desorganización de las cadenas de suministro y la escasez de productos esenciales para el comercio internacional, como los semiconductores, consecuencia a la explosión de la demanda durante y después de la crisis.
Pero también por el desánimo de muchos actores del comercio mundial, como descargadores de puertos, conductores de camiones o cajeras de supermercados que no volvieron al trabajo tras los confinamientos y provocaron escasez de mano de obra.
La inflación también se explica por el aumento del precio de las materias primas (madera, cobre, acero) y de la energía (gasolina, gas, electricidad).
Considerada durante mucho tiempo como "temporal" por los principales bancos centrales, el alza de los precios fue finalmente reconocida menos pasajera por el Tesoro estadounidense, que va a acelerar sus alzas de tasas de interés el año próximo, aún a riesgo de frenar el crecimiento.
"La cuestión es si realmente hemos salido de la crisis", dijo Roel Beetsma, profesor de economía de la Universidad de Ámsterdam.
Por el momento, el FMI sigue esperando un crecimiento mundial de 4.9% para el próximo año.
La cuestión climática
El equilibrio entre el crecimiento económico y la cuestión climática es cada vez más difícil de alcanzar, como mostraron las conclusiones de la COP26.
El acuerdo alcanzado en la conferencia pide a los Estados que aumenten sus compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a partir de 2022, pero no pone al mundo rumbo al objetivo de limitar el calentamiento a "muy por debajo" de 2 °C, como se estableció en el acuerdo de París de 2015.
"Pensar a corto plazo es un fenómeno común, especialmente entre los políticos", lamenta Roel Beetsma, que aboga por un impuesto sobre el carbono que sea uniforme en todas las industrias y suficientemente disuasorio, lo que está lejos de ser el caso hoy en día.
El cambio climático y las catástrofes naturales relacionadas también podrían afectar a los precios de los alimentos.
Los precios mundiales ya están cerca de sus récords de 2011, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
El trigo ha subido casi un 40% en un año, los productos lácteos un 15% y los aceites vegetales están batiendo récords.