La segunda mayor economía del mundo comenzó a perder fuerza en el segundo semestre de 2021 con un declive en el sector inmobiliario y el auge de casos de COVID-19, que provocó confinamientos en varias ciudades.
Las restricciones sanitarias en algunas de las principales ciudades del país, incluyendo Shanghái y el centro tecnológico de Shenzhen, afectaron también las cifras de comercio detallista y de empleo.
Sin embargo, la cifra no refleja totalmente el impacto del confinamiento en Shanghái, que ha dejado a millones de personas en casa por varias semanas.
Con ello, crece la presión sobre las autoridades para alcanzar la meta de crecimiento de 5,5% para 2022, un año clave para el presidente Xi Jinping quien aspira a seguir en el poder un quinquenio más.
Entorno difícil
"Debemos entender que con el entorno local e internacional cada vez más complicado e incierto, el desarrollo económico enfrenta crecientes dificultades y desafíos", señaló Linghui en un comunicado.
Además del repunte de contagios del coronavirus, las sanciones sobre Rusia por la invasión a Ucrania también pesa sobre la economía china.
China registró este año un aumento en su producción manufacturera y el consumo se vio impulsado por el feriado del Año Nuevo Lunar, pero las restricciones a la movilización aplicadas en marzo por la pandemia golpearon a la economía.
La producción industrial subió 5% en marzo, inferior al período de enero y febrero, según la ONE.
En tanto, el comercio detallista decreció 3.5% y el desempleo urbano subió a 5.8% en marzo, indicó el organismo de estadística.
"La actividad de marzo sugiere que la economía china se frenó, especialmente el consumo doméstico", comentó Tommy Wu, principal economista para China en Oxford Economics, en una nota.