Las conversaciones se reanudaron el miércoles con la insistencia de los republicanos de aplicar profundos recortes del gasto.
"Me parece que el baile ha comenzado", dijo el legislador republicano Frank Lucas. Asimismo, añadió que es improbable que sus correligionarios en la Cámara de Representantes consigan el alcance de los recortes presupuestarios que han propuesto, pero que se podría encontrar un término medio para frenar lo que calificó de "atracón de gasto" de los demócratas.
Persisten profundos desacuerdos sobre las presiones contrapuestas para recortar el gasto y aumentar los impuestos.
Biden se mostró abierto a la petición de los republicanos de recuperar parte del dinero no utilizado para el alivio del COVID-19, que es inferior a 80,000 millones de dólares. Mientras tanto, la Casa Blanca reiteró su apoyo a la legislación que acelera la concesión de permisos gubernamentales para proyectos energéticos estableciendo plazos máximos.
Un comunicado de la Casa Blanca distribuido el miércoles indicó que el Gobierno "apoya las importantes reformas" contenidas en un proyecto de ley del senador demócrata Joe Manchin. Los republicanos no respaldan ese proyecto, pero afirman que las reformas en materia de permisos ayudarían a Estados Unidos a mantener su ventaja en la explotación de petróleo y gas. Los demócratas consideran que impulsaría el desarrollo de proyectos energéticos "limpios".
"El impago no es una opción", dijo Biden a la prensa tras la reunión el martes pasado. "Les dije a los líderes del Congreso que estoy preparado para iniciar una discusión separada sobre mi presupuesto".
"No he visto ningún movimiento nuevo", dijo por su parte el líder congresista republicano, Kevin McCarthy a la prensa tras la reunión del martes, y se quejó de que el presidente Biden no aceptara entablar conversaciones hasta que se agote el tiempo. "Esa no es forma de gobernar", dijo. La Casa Blanca, comentó "no tiene un plan B".
En el pasado, las luchas por el techo de deuda han terminado normalmente con un acuerdo apresurado en las últimas horas de las negociaciones, evitando así un impago.
En 2011, el forcejeo provocó una rebaja histórica de la calificación crediticia del país. Los veteranos de aquella batalla advierten de que la situación actual es más arriesgada porque las divisiones políticas se han acentuado.
La reunión del martes fue seguida con atención en vísperas de lo que se espera que sea un periodo cada vez más tenso en Washington, antes de junio, cuando el Tesoro estadounidense predice que el país podría verse obligado a incumplir el pago de algunas deudas.
McCarthy, cuyo partido sólo tiene una escasa mayoría en la Cámara, quiere vincular una votación sobre el techo de la deuda a amplios recortes del gasto que la Casa Blanca considera draconianos.
La reunión de Biden con el presidente de la Cámara fue la primera desde el 1 de febrero.
Con información de Reuters