“La inversión extranjera directa definitivamente va a ser un motor para lo que se genere hacia los siguientes años. Y es una señal de confianza en el país, porque habla de una estabilidad macroeconómica y en las finanzas públicas, a pesar de la coyuntura política”, dijo Humberto Calzada, economista en jefe de Rankia Latinoamérica.
La IED genera crecimiento a corto, mediano y largo plazos. “En el corto plazo, es una mayor inversión; a mediano y largo plazos, aumenta la productividad, hace crecer el producto interno bruto, hace crecer los salarios sin generar presiones en costos y, finalmente, mejora la calidad de vida de los habitantes al propiciar mejor productividad. Genera un círculo virtuoso”, agregó Siller.
Además, agregó, la llegada de capital extranjero en México, donde no hay mucha inversión privada local, hace que llegue más tecnología al país y que mejoren las condiciones económicas.
De los tres componentes de la inversión extranjera: reinversión de utilidades, nuevos capitales y cuentas entre compañías, los analistas entrevistados señalan los dos primeros como los más importantes.
Oportunidad desaprovechada
A pesar de que seguirá llegando capital extranjero al país, no se está aprovechando al máximo la oportunidad que representa el nearshoring. “A China llegaban más de 300,000 millones de dólares de inversión extranjera directa. De ese tamaño es la oportunidad del nearshoring”, apuntó Siller de Banco Base.
En 2013, año de la reforma energética de Enrique Peña Nieto, llegaron al país 48,000 millones de dólares, de acuerdo con cifras revisadas de la Secretaría de Economía.
Las inversiones en materia de energía disminuyeron por la política energética del presidente Andrés Manuel López Obrador. Las nuevas inversiones en 2023 representaron 13% de la IED del año pasado, la menor proporción en registro desde que inicia la serie, “un dato bastante malo”; el monto (4,817 millones de dólares) fue el menor desde 2012, destacó Siller.
Hay países como Vietnam al que está llegando parte de la inversión extranjera directa que ha dejado de tener como destino al gigante asiático.
Para aprovechar esta oportunidad no basta la vecindad con Estados Unidos ni el T-MEC. Es necesario “dar las condiciones tanto en infraestructura como las condiciones fiscales y regulatorias, para que el inversionista tenga más confianza en el país, así como respetar el Estado de Derecho”, dijo Calzada.
Este año podrían detenerse algunas inversiones o anuncios, hasta que se tenga un panorama claro no solo del resultado de las elecciones en México y Estados Unidos, sino de las políticas económicas que tomarán los próximos presidentes de ambos países.