La rutina de Erika es irregular: todos los días abre a las 10 de la mañana, pero no hay hora de cierre. La fachada de su local no tiene nombre, por dentro no se ve el fondo porque está repleto de materiales y desechos. Sobre la calle está la báscula, donde pesa lo que le llegue. A un lado, está una camioneta vieja donde José Melchor, su trabajador, carga la chatarra para llevarla a vender.
Más de 70,000 mexicanos se autoemplean en el reciclaje
Erika es recolectora de materiales reciclables en el Estado de México y forma parte de las 70,000 personas que dependen económicamente del reciclaje de envases y empaques en el país, un cálculo estimado en 2023 que comparte Jaime Torres, director de Comunicación de Ecoce, una organización civil sin fines de lucro.
“El dato de los 70,000 empleos lo obtenemos sumando el número de empleos generados por las plantas recicladoras y calculando el número de autoempleos que se generan para la recuperación de los materiales, con base en lo recolectado por año, así como el promedio de lo que puede recolectar un acopiador por día, mes y año. Los obtenemos con este cálculo porque no existe un registro de tales (empleo informal)”, comentó el directivo en entrevista.
La cifra creció en dos años. En 2021 eran 60,000 empleos y Ecoce estima que crecerá aún más por las metas pactadas por la industria y el gobierno en el Acuerdo Nacional para la Nueva Economía del Plástico en México. Sin embargo, el oficio, catalogado como “sucio” al recoger "basura", no tiene un censo oficial que les dignifique.
El local de Erika, ubicado en Valle de Chalco, recibe botellas de plástico, latas de aluminio, cobre de primera y segunda, fierros y chatarra, cartón, papel, y una diversidad de materiales. Los pesa en una gran báscula sobre la calle, checa el peso y calcula el precio, lo anota en su libreta y lo paga según el mercado.
Aprendió el negocio desde los 14 años por su padre, quien lleva más de 30 años dedicándose a ello. Pese a que es un trabajo asociado para los hombres, ella lleva 15 años como recolectora. La idea de convertir los desechos en nuevo material para la industria fue lo que la hizo establecer su local. Erika no es la única que realiza acopio de la zona, pues tiene competencia. Está José a 800 metros y Luis a un kilómetro de su local.
De las 120,128 toneladas de residuos sólidos que se generan en el país cada día, se recolectan 100,751. Es decir, el 83.87%, según el Diagnóstico Básico para la Gestión Integral de los Residuos (DBGIR 2020) de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Entre los residuos, el Tereftalato de polietileno, o mejor conocido como PET, es el segundo material reciclable que más se acopia en México.
La Encuesta Nacional de Hábitos de Reciclaje de Plásticos 2023 lo confirma. El PET lidera la tendencia con el 54.5%, seguido de el polietileno de alta densidad (PEAD) y polipropileno (PP), ambos dentro del 40%; y el polietileno de baja densidad (PEBD) con 16.10%.
José junta al menos 300 kilos en dos semanas, y Luis reúne una tonelada al mes. Los tres acopios venden los materiales a diferentes intermediarios y fábricas que los revenden o trabajan. Erika compra el PET a 8 pesos el kilo y lo vende en 9 pesos con 30 centavos.
“En esto no te llevas mucho, pero aquí lo que cuenta es la cantidad que tú lleves para que se vea un poquito la ganancia”, dice. La compra no se consolida con una factura, sino por el número que indique una báscula. Si acaso hay recibo a lápiz, pero por lo general el pago es en efectivo o en transferencia. No hay más compromiso con las fábricas, porque Erika, José y Luis no son trabajadores, solo realizan el acopio. Se autoemplean.
La ventaja es que son dueños de sus negocios. La desventaja es que los gastos por lesiones y atención médica que puedan surgir correrán por su cuenta, ya que es un trabajo pesado que requiere cargar mucho peso. Érika se protege con una faja lumbar, Luis y José no tenían ningún tipo de protección.
Sin seguro, prestaciones o afores para sus retiros, ellos tratan de ganarse a la gente y continuar con sus rutinas. Requieren de hacerse clientes, que personas vayan a vender sus materiales para luego hacer lo propio. Para ellos es su negocio, y aportan a la recuperación de materias primas para lograr los objetivos de reciclaje nacionales.
En el caso del PET, las metas son ambiciosas: para 2025 se espera que la tasa de acopio sea del 30% y 70% en promedio de todos los plásticos. Para 2030 suba a 45% y 80%, respectivamente.