Anteriormente, el FMI había elevado su previsión de crecimiento del PIB mundial para 2025 en sus Perspectivas de la Economía Mundial al 3.2% desde el 3.0% previsto en julio, pero advirtió de que una renovada guerra comercial entre Estados Unidos y China amenazada por Trump podría ralentizar la producción de forma significativa.
También apoya el crecimiento mundial el hecho de que la tasa arancelaria efectiva de Estados Unidos haya bajado respecto a las estimaciones anteriores, dijo Georgieva en el evento del Comité de Bretton Woods. Después de calcular que los aranceles de Trump anunciados en abril tendrían un promedio del 23%, la tasa se redujo por los acuerdos comerciales de Estados Unidos con la Unión Europea, Japón y otros socios importantes a alrededor del 17.5%, dijo.
"El arancel efectivo, sin embargo, lo que se está recaudando cuando se obtienen excepciones para acomodar la necesidad de que la economía funcione bien, los calculamos en algún lugar entre el 9% y el 10%, por lo que la carga es más de dos veces menor de lo que pensamos que sería", agregó.
Otros factores que han apuntalado la economía mundial han sido la mejora de las políticas de los países para impulsar el desarrollo del sector privado y una asignación más eficiente de los recursos, así como la agilidad de las empresas para evitar los peores efectos de los aranceles, adelantando las importaciones y reorganizando rápidamente las cadenas de suministro.
Sin embargo, dijo que la resistencia también podría verse puesta a prueba por las elevadas valoraciones de los mercados globales, especialmente del sector tecnológico, que ha impulsado un repunte estelar del mercado este año.
"Es una apuesta muy grande", afirmó. "Si se recupera, fantástico, entonces nuestro problema de bajo crecimiento habrá desaparecido, porque veremos un aumento de la productividad y veremos un aumento del crecimiento. ¿Y si tarda en hacerse realidad o no llega a materializarse? ¿Y entonces qué?"
El economista jefe del FMI, Pierre-Olivier Gourinchas, dijo anteriormente a Reuters que el auge de la inversión en IA podría provocar un desplome similar al de las "puntocom" en 2000, que quemó a los inversores en renta variable, pero que probablemente no desembocaría en una crisis sistémica porque no se ha financiado en gran medida con deuda.