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El cáñamo industrial crece en México (y puede hacerlo más)

Al menos 20 compañías mexicanas ya aprovechan la planta en industrias como la automotriz o la construcción. Una regulación que permitiera su cultivo aceleraría al sector.
mié 27 febrero 2019 05:05 AM
Cáñamo.
Oportunidad. El cáñamo tiene miles de usos industriales: desde artículos de cuidado personal hasta material
de construcción.

CIUDAD DE MÉXICO (Expansión). - Era mayo de 2010 en Málaga, España. En la ciudad, de poco más de un millón de habitantes, se realizaba una exposición de cannabis que tenía como objetivo terminar con los tabús sobre la planta. Stephen Clarke asistió a una conferencia acerca del cáñamo. “Fue la cosa más fascinante a la que he ido en la vida”, recuerda el emprendedor.

Descubrió un universo que desconocía: el cáñamo industrial, que tiene más de 10,000 aplicaciones y cuyo tamaño de mercado global alcanzará los 10,600 millones de dólares para 2025, según un reporte de la firma Grand View Research.

Especialistas de diferentes disciplinas bombardeaban a los asistentes a la conferencia con las propiedades y los usos del derivado de la planta. Es para fines industriales y tiene menos de 1% del compuesto psicoactivo Tetrahidrocannabinol (THC), decían. Se pueden obtener biocombustibles, alimentos, cosméticos, autopartes, fibras para ropa, celulosa, materia prima para construcción y sustitutos del plástico, enumeraban. “Salí de ahí pensando que es la cosa más fascinante del planeta”, enfatiza Clarke.

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Ese año llegó a México y puso en marcha la empresa Heaven Grown, que utiliza el cáñamo para construir casas. Cultivar la planta está prohibido en el país, así que tuvo que importarlo de Rumania, Holanda, China o Canadá. “Era facilísimo”, describe. Como el material no tiene efectos psicoactivos, las empresas podían traerlo –en diferentes formatos, como semilla, fibra o aceite– sin permisos especiales.

El anuario estadístico del comercio exterior 2010 del Inegi indica que, en aquella época, se importaron más de 900,000 pesos de cáñamo en bruto e hilados.

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El sector se aceleró: llegaron nuevos participantes y los existentes fortalecieron su presencia. BeHemps inició operaciones en 2011 vendiendo proteína y aceite. “Fuimos la primera marca mexicana y la primera empresa en traer al país el cáñamo como alimento”, dice Jorge Treviño, su cofundador y director general. Hoy tiene 12 productos que incluyen artículos de cuidado personal.

Poco a poco, se fue creando una industria nacional abierta a usar el cáñamo. Sólo en 2014, Heaven Grown importó 15 toneladas. Treviño calcula que, actualmente, hay más de 20 empresas en México que utilizan el cáñamo en los sectores de alimentos, construcción y productos de cuidado personal.

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Y todavía hay terrenos por explorar, como el textil y el automotriz. Este último ha atraído las miradas recientemente, pues compañías como el fabricante de equipamiento Faurecia ha sumado el cáñamo a su lista de materiales de fabricación.

En el sector hay entusiasmo por el rumbo que podría tomar la industria, pero lucha contra la importación de la materia prima. Una regulación nacional que promueva el cáñamo, permita cultivarlo y elimine el estigma negativo es lo que piden los participantes. Esto, afirman, detonaría la industria en México y colocaría al país como una potencia global.

Un paso adelante y otro...

“Hoy es un día histórico para México”, dijo Julio Sánchez y Tepoz, titular de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris). La frase la lanzó el pasado 21 de noviembre y anunciaba la primera liberación de 38 productos con derivados de cannabis no psicoactivo, que estarían disponibles en las siguientes semanas, luego de que el 30 de octubre el organismo publicara los Lineamientos en materia de Control Sanitario de la Cannabis y sus derivados.

Una parte del sector aplaudió la publicación. “Quedan muy claros los requisitos para importar cualquier tipo de suplemento alimenticio, cosmético, remedios herbolarios, alimentos y bebidas”, señala Lorena Beltrán, directora general de la empresa mexicana Endo Natura, que obtuvo la autorización para comercializar cápsulas de cannabidiol.

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Otra parte lo considera una sobrerregulación, pues importar productos de cannabis con menos de 1% de THC no estaba prohibido, dice Clarke. “Es una regulación que no tiene sentido, antes para importar estos productos no necesitabas autorización”, agrega Treviño. “Según sus lineamientos, debes pedir permiso siempre que quieras traer cualquier cosa de cannabis, aun cuando fuera ropa o bagazo para construir. ¿Eso qué tiene que ver con riesgo para la salud?”.

En respuesta, algunos empresarios, como el fundador de BeHemps, han dejado de importar. Y esperan que la iniciativa para regular el uso de cannabis, que presentó en noviembre la exsenadora y hoy secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, ayude a impulsar la industria, más que a limitarla.

De acuerdo con Treviño, el apartado industrial de la propuesta, a la que tuvo acceso, busca su desarrollo, pues considera el cultivo en el país. “Podría entrar quién sea a cultivar, ya no estaría limitado para las empresas internacionales”, dice.

Guillermo Nieto, presidente de la Asociación Nacional de la Industria del Cannabis, asegura que por su situación geográfica y su clima, México es un excelente lugar para producir. “La prohibición ha retrasado el desarrollo”, dice el agricultor. “Hoy, los países que lo tienen legalizado tienen acceso a mejor tecnología, a mejor semilla, a mejor infraestructura. Y nosotros seguimos perseguidos por los federales y militares”.

Pero llegará el momento de México, coinciden los especialistas. El presidente de HempMeds México, Raúl Elizalde (quien puso sobre la mesa el debate de la legalización del uso medicinal para ayudar a su hija Grace), prevé que esto atraerá inversiones, porque es un producto novedoso que, en otras partes del mundo, como Canadá y Estados Unidos, está teniendo un auge. “La mayoría de las empresas van a tener que invertir en compañías nacionales y en personal mexicano. Sin duda, esto va a traer un beneficio económico al país”, destaca.

NOTA DEL EDITOR: Este reportaje fue publicado en la edición de enero de la revista Expansión.

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