En 2015, los ingresos de los clientes corporativos suponían el 67% del total, y al cierre de 2017 ya representaban el 83%.
Este enfoque en clientes empresariales y de gobierno se aceleró a partir de su fusión con Alestra, subsidiaria de Grupo Alfa, en 2016. Desde entonces, Alfa posee el 52.8% del capital de Axtel.
En su objetivo de dedicarse a este tipo de clientes, la base de usuarios residenciales fue vendida, junto con otros activos, en un proceso destinado también a reducir la deuda. Comenzó con la venta de “activos no estratégicos”, como dijo su director general, Rolando Zubirán: 142 torres de telecomunicaciones que compró MACT Digital, subisidiaria de American Tower Corporation.
De esta operación, Axtel obtuvo 56 millones de dólares (mdd), que utilizó en “mejorar su estructura de capital”. “Aunque continuamos administrando una base de varios miles de clientes conectados con tecnologías inalámbricas, esta base ha estado reduciéndose aceleradamente en los últimos años debido a que las tecnologías con las que reciben sus servicios no son competitivas y prevemos que eventualmente desaparecerá”, dijo Axtel entonces por escrito, refiriéndose a los clientes residenciales que aún le quedaban.
Los cambios que llegaron con la reforma de telecomunicaciones de 2013 ayudaron a enfocar la vocación de Axtel, pues con la eliminación de la larga distancia y la caída de los precios en el sector, por la mayor competencia, el segmento residencial perdió atractivo. Por ello, en diciembre del año pasado, la empresa norteña le vendió a Grupo Televisa su negocio de fibra óptica al hogar en seis ciudades, por 4,713 millones de pesos (mdp), y la siguiente venta a Megacable culminó esta etapa.