1. Asegurar el funcionamiento de la cadena de suministro
Lina Pohl, representante de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en México, reafirmó que la cadena de suministro es una red muy compleja. En ella intervienen diferentes actores y sectores, y por lo mismo está bajo presión. Tanto, que puede haber una disminución en la producción si no se cuida cada a uno de los eslabones que la componen.
Por ello, dijo Luz María de la Mora, subsecretaria de Comercio Exterior, es necesario “blindar” a todos los eslabones de la cadena con los protocolos sanitarios necesarios para reducir los riesgos de contagio de COVID-19 entre los trabajadores del campo, los transportistas, las personas que trabajan en los centros de distribución y quienes están en los supermercados y tiendas de conveniencia.
2. Facilitar el comercio con ayuda de la tecnología
Bram Govaerts, director global de Desarrollo Estratégico y representante regional para las Américas del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), sugirió que los gobiernos deben acelerar la digitalización y transparencia en las cadenas de valor para poder facilitar el comercio de alimentos.
“Hay plataformas para abastecer a la industria alimentaria con prácticas sostenibles, así como tecnologías herméticas para el almacenamiento de la cosecha. Con ellas se evita la pérdida de granos hasta en un 40%”, detalló.
Govaerts también sugirió la posibilidad de que las empresas usen su número de exportador autorizado o bien una certificación electrónica, así como eliminar los certificados de origen, para agilizar las exportaciones e importaciones de alimentos mientras dura la pandemia.
3. Salvaguardar los traslados
Para mantener el flujo de mercancías y abasto, los empresarios consideraron oportuno reforzar las medidas de seguridad en el traslado de alimentos.
De acuerdo con Félix Martínez, vicepresidente de seguridad del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), el costo de la inseguridad en México representa el 24% del Producto Interno Bruto nacional. Esto es, 5.16 billones de pesos.
“Y los robos de alimentos se han incrementado tras la pandemia, en tanto que para un porcentaje de la población el coronavirus genera “hambre” por falta de ingreso y por lo mismo puede haber bloqueos en carreteras y pillajes en tiendas”, dijo Martínez.
4. Acelerar programas integrales
José Cacho, vicepresidente de cadenas productivas, explica que uno de los proyectos más robustos para asegurar la movilidad del sector agroalimentario es “Maíz para México”, un proyecto que inició hace un año como una alianza público-privada con el objetivo de sustituir para el 2024 el consumo del 30% de las importaciones de maíz.
En el proyecto participan instancias como la Sader, Cofinece, FND, FIRA, Agroasemex, Inifap, Segalmex y la Amsda, así como empresas compradoras del 80% de las importaciones de maíz, proveedores de insumos, de tecnología, de financiamiento, aseguramiento y servicios, como el CNA y la CIMMYT.
Para lograrlo, dice Cacho, se busca integrar a los pequeños productores que tengan la necesidad de crecer su productividad, mediante la reducción de costos, implementación de tecnología y prácticas agrícolas sustentables.
5. Financiamiento blando y oportuno
Finalmente, los empresarios enfatizaron la necesidad de establecer mecanismos que ayuden a proteger a las empresas agropecuarias que eran solventes, pero que tras la pandemia enfrentan problemas de liquidez.
Los ponentes coincidieron en que lo ideal sería que las mipymes del sector cuenten con apoyos financieros para solventar sus gastos y no disminuir la producción, a fin de que la población cuente con suficientes alimentos para sobrellevar la crisis.