México o EU: ¿A dónde llegarán las inversiones de los fabricantes de autopartes?

El nuevo T-MEC y la ruptura en la cadena de suministro automotriz por la pandemia detonarán inversiones en varias categorías de piezas para autos. ¿Pero en qué país se instalarán las nuevas plantas?
El principal reto que enfrentan los fabricantes de componentes para acreditar un contenido regional es desarrollar proveedores que puedan abastecer materiales a precios competitivos, sobre todo aceros, resinas plásticas y hule.

La próxima entrada en vigor del nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá abre nuevas posibilidades de inversión para la región. A diferencia del viejo TLCAN, el nuevo T-MEC pide a los fabricantes de vehículos incorporar un mayor porcentaje de autopartes de manufactura regional y que, además, estén hechas con componentes e insumos fabricados en cualquiera de los tres países, ya que hasta ahora muchas de las autopartes, aunque eran producidas en Norteamérica, se hacían con piezas importadas de Asia o Europa: en México se producían faros hechos en con un 95% de componentes importados.

“El objetivo de la nueva regla de origen automotriz es fortalecer la región”, dice Oscar Albín, presidente de la Industria Nacional de Autopartes (INA). El directivo considera que, además del T-MEC, la ruptura que sufrió la cadena de suministro, tras la interrupción en las importaciones de componentes provenientes de Asia y Europa por la pandemia, ayudará a detonar inversiones en diversas categorías en los siguientes años, desde acero y plásticos, hasta baterías de litio.

El nuevo T-MEC clasifica a las autopartes en tres grupos de componentes dependiendo del valor que representan dentro del automóvil: el primer grupo —motor, transmisión, baterías, chasis, suspensión y ejes— deberá acreditar un 75% de contenido regional, el segundo grupo un 70% y el tercero un 65%.

“El principal reto que tendremos para acreditar este contenido regional en las autopartes es desarrollar proveedores que puedan abastecer materiales a precios competitivos, sobre todo aceros, resinas plásticas y hule”, dice Albín. “Esperamos que se incremente la inversión, principalmente de empresas asiáticas y europeas”, añade.

México produce casi 90,000 millones de dólares en autopartes al año. Y Albín calculaba que el T-MEC sumaría un 10% al valor de la producción, es decir, unos 10,000 millones de dólares. “Esto puede generar hasta 80,000 nuevos empleos. Pero si bien estas inversiones pueden instalarse en México, también pueden hacerlo en Canadá o en Estados Unidos”, dice Albín.

¿Dónde invertir?

Albín, quien hizo carrera como director en el área de compras de componentes dentro de Chrysler, ve al sur de Estados Unidos, donde el costo de la mano de obra es mucho más bajo que en los estados norteños de ese país, como “el principal competidor” para México en la atracción de inversiones automotrices.

“Las nuevas plantas de automóviles de los fabricantes asiáticos y europeos que se instalaron en la última década en ese país llegaron a Tennessee, Georgia, Alabama y Carolina, donde el salario es la mitad que en el norte. Además, son áreas que no necesariamente están sindicalizadas, a diferencia de Michigan, Ohio o Illinois, ligadas al United Auto Workers (UAW)”, dice Albín.

En los últimos años, el bajo costo salarial de México fue una de las ventajas competitivas para atraer inversiones, además de jugosos paquetes de incentivos, como la condonación de impuestos y el regalo de terrenos, y la cercanía con Estados Unidos. Pero estas ventajas han comenzado a desdibujarse.

“La reforma fiscal hecha por el gobierno estadounidense en 2017, y que entró en vigor en 2018, está siendo una ventaja competitiva muy importante para atraer inversiones a ese país. Igual que el precio de la energía, que en el sur de Estados Unidos es más barata que en México”, dice Albín, quien explica que hoy la energía puede representar hasta 7% del costo de fabricación de un componente automotriz. “En la medida en que avance la robotización en las fábricas, la energía será un factor más relevante en la estructura de costos”, añade.

Este año, México salió del top 25 de los países más atractivos para la Inversión Extranjera Directa (IED), de acuerdo con el Índice de Confianza de IED Kearney 2020, mientras Estados Unidos se colocó por octavo año consecutivo en el primer puesto para atraer inversiones.

La firma consultora explica en un comunicado publicado esta semana que el retroceso del país refleja que a pesar de la ratificación del T-MEC y el efecto nearshoring tan esperado tras la pandemia, México necesita reenfocar sus esfuerzos para recuperar la confianza de los inversionistas extranjeros a través del fortalecimiento del entorno macroeconómico, sus factores regulatorios y de gobernanza.

Además de un clima de inversión que favorezca que aquellos eslabones faltantes se animen a establecerse en México, analistas como Ary Naïm, representante en México de la Corporación Financiera Internacional (IFC, por sus siglas en inglés), opina que el país debe encontrar nuevos factores de competitividad, como la explotación de nuevos recursos requeridos por las empresas. “Habría que repensar el rol de Pemex como herramienta sumamente crítica en este nuevo esquema de competitividad, así como la explotación de nuevos recursos que están empezando a ser altamente demandados por las industrias, como el litio”, detalla.