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El turismo ha perdido más de 113,000 mdp en Bolsa por el COVID-19

Entre las empresas que cotizan en la BMV, las aerolíneas han tenido la mayor caída en lo que va de año, seguidas por hoteles y aeropuertos.
lun 29 junio 2020 05:00 AM
Aerolineas
Las dos aerolíneas que cotizan en la BMV, Aeroméxico y Volaris, han tenido la mayor pérdida de valor de mercado respecto a 2019.

Las empresas del sector turístico que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) han perdido 113,428 millones de pesos (mdp) en valor de mercado en lo que va del año, afectadas por el desplome generalizado de los flujos de viajeros que, además, ha incidido en un recorte en sus notas por parte de las calificadoras de riesgo, lo que pone sobre la mesa un retador escenario de recuperación.

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Mientras que al cierre de 2019, las aerolíneas, operadores hoteleros y grupos aeroportuarios tenían un valor de mercado de 375,970 mdp, desde la última semana de febrero sus acciones comenzaron a tener una caída que se profundizó en el transcurso de marzo, hasta caer a 262,542 mdp para el 22 de junio, un umbral en el que se ha mantenido en las últimas semanas.

Por industrias, las aerolíneas Aeroméxico y Volaris han tenido la mayor caída en términos relativos, con un ajuste de 41.1% que representa una pérdida de 12,653 mdp, seguidas por los operadores hoteleros –incluyendo Fibras– Cidmega, Fibra Hotel, Fibra Inn, Hoteles City Express, Hoteles Santa Fe, Grupo Posadas y RLH Properties, que mostraron una caída de 32.6% equivalente a 18,590 mdp.

En tanto, los grupos aeroportuarios han tenido el menor ajuste, de -28.5%, aunque en términos absolutos han perdido 82,185 mdp, 72% del total en el periodo.

Aunque el sector tiene presiones que afectan a todo tipo de industrias, cada empresa tiene retos muy particulares.

Al respecto, Julián Fernández, analista de Bursamétrica, refiere que la suspensión de todos los viajes y salidas ha arrasado con los ingresos de las empresas, y las perspectivas de recuperación se perciben cada vez más lejanas.

“A pesar de que se tenía pensado que la economía se reabriría pronto, el sector turístico ve que esto no es de un día a otro, a corto plazo. La operación vista en 2018 y 2019, previa al tema del COVID-19, tardará en regresar y lo hará muy lentamente”, afirma.

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Sin embargo, estas caídas se han agravado para las aerolíneas, que han operado a capacidades mínimas mientras gran parte de sus costos fijos continúa, señala Alejandro González, analista de Intercam Casa de Bolsa.

“Las caídas de los reportes de tráfico de los últimos meses no tienen precedentes, y eso comienza a verse en los ingresos. Durante los últimos meses las aerolíneas han estado operando muy por debajo de su capacidad (…) A esto se suma la parte de los apoyos gubernamentales, que en América Latina y en México han sido pocos”, dice.

Ante estas condiciones, las empresas que tienen menos costos fijos, como la renta de activos, son las que están sorteando mejor la crisis, como es el caso de los operadores hoteleros y grupos aeroportuarios.

“El grueso de las rentas para las empresas aeroportuarias viene de empresas como Alsea y CMR, y esas empresas mantienen sus contratos durante años, por lo que los aeropuertos siguen recibiendo un flujo de efectivo (…) En el caso de los hoteles, ellos son propietarios de los inmuebles, y no tienen un costo de renta, aunque sí de depreciación y amortización, pero hoy por hoy no se ven obligados a hacer uso de efectivo para el pago de rentas”, agrega Fernández.

Calificaciones, el daño colateral

La contingencia sanitaria ha provocado que las mayores calificadoras de riesgo tengan una perspectiva negativa sobre el precio de las acciones de empresas del sector, con ajustes a la baja que no han cedido, lo que tendría dos principales consecuencias: una menor participación de algunos fondos de inversión y condiciones menos favorables al buscar otras fuentes de financiamiento, como los créditos bancarios.

“Los recortes de calificación afectan los parámetros de inversión de ciertos fondos, que sólo pueden invertir en compañías con cierto grado de calificación, lo que podría derivar en que pierdan inversionistas”, explica González. Y, de manera adicional, encarecería el costo de refinanciamiento para futuras emisiones.

Respecto a un escenario de prestamos bancarios, el recorte de calificaciones se traduciría en tasas de interés más altas para las empresas, aunque aún podría darse en un margen factible para algunas firmas.

“Considerando que cuando surja nuevamente el tema de salir de casa y la ‘nueva normalidad’, mucha población que mantiene su poder adquisitivo se podrán favorecer con productos a menores costos, por lo que las empresas pueden optar por endeudarse ahorita para sanear sus deudas o capital de trabajo, y a futuro, pagar sus créditos”, concluye.

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