“A corto plazo, es una situación devastadora. El 93% de las empresas son pymes que siguen batallando para pagar sus nóminas (…) Tenemos identificadas 850 empresas del sector, y aproximadamente 750 son las que podrían clasificarse como pymes, que en promedio ocupan de uno a 10 empleos directos, y de siete a 21 empleos indirectos. Están en altísimo riesgo de quiebra”, explicó Jaime Salazar, presidente del Consejo Mexicano de la Industria de Reuniones (Comir).
Debido a la pandemia de COVID-19, la industria de reuniones espera cerrar 2020 con una participación en el Producto Interno Bruto de 1.41%, una disminución considerable si se toma en cuenta que la previsión previa a la contingencia sanitaria era de 1.64%, lo que la ubica en niveles de hace una década, cuando concentró 1.44% del PIB.
Por cantidad de reuniones, para este año se esperaba la realización de 332,416 eventos, un crecimiento de 3.9% respecto a 2019, pero ahora la organización estima 11.6% menos eventos. En términos de gasto, se esperaban 31,000 millones de dólares (mdd), una estimación que después del COVID-19 cayó a 24,362 mdd, lo que implica una pérdida de 6,836 mdd.
Sin embargo, la industria también espera consecuencias a largo plazo, que en primera instancia se traducirán en una pérdida de talento que ha tenido que cultivar por su cuenta.
“En esta industria no tienes personal que salga de las escuelas técnicas o de universidades e institutos de educación superior capacitados en los detalles de la industria, son personas en las que nosotros hemos tenido que invertir mucho tiempo y dinero en capacitación y entrenamiento, para poder otorgar un servicio adecuado a las demandas de los clientes”, refirió Salazar.
Por ello, la industria de reuniones espera recuperar el dinamismo visto en 2019 hasta 2024, con algunos eventos del subsegmento de congresos y convenciones reactivándose a partir de agosto de este año. Otros demorarán más, sobre todo desde mercados internacionales, como es el caso de los eventos corporativos.