Casi cuatro meses después del inicio de la emergencia en el país, las aglomeraciones de personas las afueras de las plazas son una postal constante, como ocurrió en Parque Delta, en la Ciudad de México, en el primer día de reapertura, el pasado 8 de julio.
Los especialistas consultados coinciden en señalar que no nos dejemos engañar por las filas: si bien los mexicanos acuden a estos lugares por ocio después de la situación atípica que nos obliga a mantenernos en nuestras casas para evitar los contagios de COVID-19, que los centros tengan una capacidad determinada provoca las largas colas, aunque en realidad el número de asistentes no sea tan elevado.
“Hemos notado que los paseantes ha variado mucho. En la Ciudad de México hay distintos tipos de centros comerciales. Los que están en los puntos más importantes y de mayor afluencia, como es el caso de Parque Delta, lograron una recuperación de 40% del flujo en comparación con el que tenían antes de la pandemia”, afirma Luis Dorame, director de innovación y desarrollo de productos en Atlantia Search.
Las plazas han restablecido sus operaciones de forma escalonada, de acuerdo a las medidas que han implementado los gobiernos locales, quienes también se han encargado de determinar el número de personas que pueden estar en los inmuebles y los locales que pueden subir la cortina, de acuerdo con el semáforo de la emergencia sanitaria, que por ahora se encuentra en color naranja.
Con las operaciones distintas, la recuperación en el número de asistentes tampoco ha sido igual para los comercios. De acuerdo con el directivo de Atlantia Search, la recuperación de las tiendas ubicadas en los aeropuertos es de 20%, mientras que en las plazas que comparten espacio con oficinas la caída en el aforo es de más de 33%.
“Estamos viendo un cambio en el tema de cómo compran, aunque se vean filas, las ventas son pocas. No hay suficiente datos pero es seguro que se han mantenido las tasas de conversión”, comparte Dorame.
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Otras de las razones que han llevado a los mexicanos a regresar a los centros comerciales es la percepción de un menor riesgo, dado que en estos lugares es posible controlar la sana distancia en comparación con otras actividades, explica Ricardo Sanroman, socio de la oficina de Bain & Company en la Ciudad de México.