El regreso de los empleados a las oficinas es un tema que General Motors está tomando con calma. La armadora de vehículos, que en México genera 21,000 puestos de trabajo, distribuidos en un corporativo en el norponiente de la Ciudad de México y cuatro plantas de manufactura, envió a prácticamente todos sus empleados a trabajar a casa a mediados de marzo, incluidos a los que laboran en la línea de producción. Desde entonces, el retorno ha sido paulatino. Sobre la marcha, un equipo multidisciplinario conformado por personal médico, de recursos humanos, de mantenimiento y de relaciones con gobierno, ha trabajado para poder transformar los espacios de trabajo en zonas sanitizadas y seguras.
¿Home office u oficina? El dilema que General Motors tuvo que resolver
General Motors, que ocupa la sexta posición en la categoría de empresas con más de 500 empleados en el ranking de Súper Espacios de Trabajo, ha tenido que redefinir las características de una oficina confortable. En medio de la pandemia de coronavirus la definición pasó de ser aquella con espacios de bienestar, zonas creativas y estaciones de snacks a aquella que se monta en casa.
Mónica Hernández, directora de recursos humanos y de administración de personal de General Motors México, recuerda el día en que todos se fueron a casa. “Fue el 13 de marzo. En ese momento se percibió como una medida anticipada por el bajo número de casos de coronavirus reportados entonces. Sin embargo creímos que más valía prevenir y el tiempo nos dio la razón”.
Entonces, la compañía tenía “la gran ventaja” de contar con la tecnología y los sistemas de comunicación que les permitió a los empleados seguir con el trabajo de forma remota. Desde hacía un par de años, se habían sustituido las líneas de telefonía fija por otras móviles y se habían desarrollado herramientas que permitían conectar a hasta 200 personas de forma simultánea. Los empleados pudieron tomar sus monitores y todos se fueron a trabajar a sus casas con la idea de que sería una situación pasajera, de unas cuantas semanas.
“Aterrizamos como pudimos en nuestras casas. Te ponías en el comedor o en la barra de la cocina a trabajar. Hubo quien, quizá, ya tenía un área más o menos bien montada para trabajar, como un despacho o un estudio, pero la mayoría de nosotros aterrizamos donde la conexión de internet estaba cerca”, cuenta Hernández.
Pero conforme las semanas se convirtieron en meses y el llamado semáforo epidemiológico se ha estacionado en el color naranja, la junta directiva de la compañía se ha convencido que más valía empezar a hacer todos los ajustes necesarios para poder operar bajo un esquema mixto. “Hemos ido trabajando con nuestros empleados para que empiecen a adecuar un espacio dentro de sus casas para trabajar, con buena iluminación, o una silla adecuada y buena conexión de internet”.
La compañía ha negociado un convenio para que los empleados puedan comprar muebles de oficina a precios más accesibles y también ha dado apoyos para que quienes lo requieran puedan incrementar el ancho de banda en sus casas. La lógica de la empresa es: si estando en la oficina yo te lo daba, pues por qué no te lo voy a dar ahora que estás en casa.
A la par, se hicieron las adecuaciones necesarias en las instalaciones -plantas y oficinas- para poder garantizar un regreso seguro de los empleados, desde tapetes sanitizantes y dispensadores de gel por todos lados, hasta separaciones de acrílico en las estaciones de trabajo y las mesas del comedor. También se diseñaron protocolos para reducir los riesgos de contagio en los centros de trabajo y mecanismos de información.
Hernández reconoce que ha habido que hacer ajustes sobre la marcha. “Al principio dijimos ‘que no se usen los vestidores en las plantas para evitar las concentraciones de personas’, pero luego pensamos que si no se usaban, los empleados tendrían que venir con la ropa de trabajo desde casa y subirse con ella al transporte público. Entonces decidimos que era mejor abrirlos”, cuenta.
Conforme la bola informativa se hacía más grande, la compañía también se enfocó en ofrecer acompañamiento sicológico a sus empleados con pláticas y con grupos de meditación en línea. “Tenemos contacto de primera línea con especialistas a nivel federal y estatal, que nos han ayudado a desmitificar cada una de las informaciones que iban surgiendo en redes sociales. Teníamos reuniones con los empleados para explicarles, por ejemplo, por qué no dábamos guantes”, explica Hernández.
La compañía también empezó a fabricar mascarillas en una de sus plantas, a repartir kits a sus empleados y elaboró un manual de viajero para quienes empezaron a visitar clientes, proveedores o a tomar un avión.
Aunque los espacios de trabajo no han sufrido cambios estructurales, sí hay sutiles diferencias, por ejemplo, al lado de cada máquina de snacks ya hay un dispensador de gel, se han colocado toallas sanitizantes al lado de los dispensadores de agua para que las personas los limpien después de usarlos y se han colocado mamparas en las mesas del comedor.
La compañía ha realizado, desde finales de mayo, un regreso paulatino de sus empleados. Las plantas de manufactura reiniciaron operaciones con el 30% del personal y poco a poco se han ido incorporando más trabajadores. Los 400 empleados que laboran en el corporativo aún siguen trabajando desde casa.
Aunque la pandemia del coronavirus parece haber puesto un signo de interrogación a la conveniencia de mantener los espacios abiertos dentro de las oficinas, sin mamparas y sin lugares asignados, Hernández no ve un regreso a los cubículos. “Nosotros ya nos alejamos de eso hace cinco años y volver a pensar en espacios cerrados rompería con la dinámica de colaboración que hemos conseguido. No obstante, vamos a tener que revisar que la configuración de los espacios es la ideal y respetar los aforos”.
Hernández no prevé que las oficinas desaparezcan, al menos no la de General Motors, sin embargo, podría haber una reducción en la cantidad de metros cuadrados y un cambio en la dinámicas de interacción y de trabajo. “Creo que algunos protocolos sí llegaron para quedarse, como por ejemplo, que si una persona está enferma de gripa pues debe usar, sí o sí, el cubrebocas o quedarse a trabajar en casa. Creo que ahora somos más conscientes y considerados con los demás”, dice. “Si bien no queremos que los empleados sientan que ya no pueden tener esta plática casual mientras se hacen su café, sí vamos a apelar mucho a la corresponsabilidad que debe haber para cuidar la salud de todos”.
Tras aplicar una encuesta a los empleados del corporativo, hay opiniones encontradas: hay quienes sí quieren regresar a la oficina, ya sea porque en casa no tienen un espacio adecuado para trabajar o porque su conexión a internet no es adecuada; y hay otros que prefieren seguir trabajando en casa, sobre todo aquellos que tienen hijos y que aún no los pueden mandar a la escuela.
La compañía ve en un esquema mixto, que combine el trabajo en oficina con el home office, la solución. “Aún no tenemos una fecha definida para el regreso. Empezaremos cuando el semáforo epidemiológico esté en verde, primero con un 20% del personal, luego 40%, y así hasta llegar al 100% a lo largo de ocho semanas. No obstante mantendremos la flexibilidad para seguir trabajando en casa”, dice Hernández. “En estos meses hemos mantenido la productividad gracias al liderazgo, a la tecnología, pero sobre todo por el compromiso de los empleados. No tenemos prisa por volver”, concluye.