Andrés Manuel López Obrador y Donald Trump, los presidentes de México y Estados Unidos, han encontrado una coincidencia en su política energética: ambas administraciones empujan una agenda encaminada al uso de hidrocarburos, en la cual la transición energética ha quedado relegada a un segundo plano.
Un triunfo de Joe Biden en EU obligará a México a repensar su futuro energético
Hasta ahora, la política energética de Estados Unidos ha ido encaminada al apoyo de la producción petrolera –que se lleva a cabo por empresas privadas– y a dejar poco a poco de lado la transición a un consumo de energía basado en tecnologías renovables. Esto último quedó claro desde los primeros días de Trump como presidente: en junio de 2017 anunció el retiro de la nación del Acuerdo de París, el principal instrumento internacional para combatir el cambio climático.
La política mexicana no dista mucho. Ha sido dirigida a devolver a las dos empresas estatales del sector el poder monopólico que ostentaban hasta antes de la reforma de 2013 y convertirlas en palancas de crecimiento.
Pero un posible triunfo del demócrata Joe Biden en las elecciones de noviembre próximo podría forzar a la administración del presidente López Obrador a repensar sus planes en el sector para conservar la estrecha relación con su más grande socio comercial.
La posibilidad de que Biden se convierta en el próximo presidente de Estados Unidos es cada vez mayor: la última encuesta de NBC y The Wall Street Journal publicada ayer lo sitúa 11 puntos por encima de Trump.
El demócrata ha revelado que dentro de sus primeras acciones están devolver a la Unión Americana al Acuerdo de París e impulsar un plan con inversiones por 2,000 millones de dólares para apoyar la transición al uso de energías limpias.
Guillermo Zuñiga, abogado del programa internacional de Earthjustice y excomisionado de la Comisión Reguladora de Energía (CRE), explica que Biden podría utilizar sus facultades comerciales para orillar a México y a las compañías nacionales a optar por el consumo de energía basada en tecnologías renovables.
Y podría impulsar una acción similar al Pacto Verde Europeo, la mayor apuesta de la Unión Europea para dar revés al cambio climático y que incluye acciones como impuestos por huella de carbono y gravar la importación de bienes cuya producción esté implicada con acciones como deforestación, emisiones de gases contaminantes y diversas afectaciones al ambiente.
“Definitivamente tienes a un Biden que va a utilizar sus facultades comerciales para premiar socios que estén impulsando la agenda climática y deje en la cola a los socios que no lo estén haciendo. Tenemos un mensaje muy importante para los países que tienen relaciones con Estados Unidos”, dice Zuñiga.
Hasta ahora México no ha priorizado sus compromisos relacionados con el cambio climático. Para 2024 el país se comprometió a que el 35% de la energía consumida sería proveniente de plantas renovables, hasta ahora sólo el 22.9% del total es generada en centrales consideradas limpias, de acuerdo con el último informe de la Agencia Internacional de Energía (IEA, por sus siglas en inglés).
También el gobierno del presidente López Obrador ha promovido una serie de medidas que dificultan la operación de las centrales renovables, como los cambios contenidos en la política de confiabilidad publicada por la Secretaría de Energía en mayo pasado o las últimas modificaciones administrativas en la CRE para la emisión de permisos.
Para Duncan Wood, director del Instituto México en el Woodrow Wilson International Center, la prioridad de Biden en su relación con México se basará en el cumplimiento del capítulo laboral contenido en el Tratado de México, Estados Unidos y Canadá, para aumentar la competitividad de las compañías estadounidenses.
Wood cree que un cambio en la agenda energética de Estados Unidos sí influirá en la política mexicana, aunque éste se basaría en una serie de acciones encaminadas a la cooperación entre ambos países: “Estados Unidos va a requerir ayuda de sus aliados (para cumplir sus metas climáticas) y México sobre todo en los últimos años ha sido un aliado en el tema de mitigación al cambio climático(...) Biden va a buscar reunirse con Relaciones Exteriores y exigir apoyo a nivel internacional”, dice.
“De Washington no sólo van a exigir un discurso sobre cambio climático sino que realmente den algunos pasos para cumplir lo que han prometido a nivel internacional”, agrega.
Kamala Harris, quien podría ser la próxima vicepresidenta de Estados Unidos, jugará también un papel importante dentro de la agenda energética y climática.
La política estadounidense impulsó la creación de una unidad de justicia ambiental en Estados Unidos y se opuso a la expansión de una de las refinerías que tiene el gigante Chevron en California, de donde es originaria. Aunque hasta ahora, Harris no ha expresado una posición clara respecto a temas polémicos como el fracking y la energía nuclear.
Un análisis de S&P Global Platts indica que incluso el triunfo de Biden y un mayor impulso a las energías renovables implicaría una sentencia de muerte para los combustibles fósiles en particular para América Latina.
“Si esto sucediera (el triunfo de Biden), es posible que México tenga que repensar su propia estrategia energética actual centrada en los hidrocarburos. Sin embargo, si Donald Trump se aferra a la Casa Blanca, México continuará con su estrategia de independencia de los combustibles fósiles”, dice S&P Global Platts.