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Adiós al sueño asiático: los inversionistas ahora buscan su 'Mexican Moment'

Aunque migrar producción a Asia permitió a las empresas reducir costos, también dejó una cadena de suministro frágil, que se quebró completamente tras el cierre de plantas por la pandemia de COVID-19.
vie 20 noviembre 2020 05:02 PM
Workers are installing car chassis firmware on the production line of the Shanghai Volkswagen manufacturing workshop
Las irrupciones ocasionadas por la pandemia del coronavirus se combinaron con la política impulsada por la administración de Donald Trump de “hacer a América grande de nuevo” mediante el fortalecimiento de cadenas de suministro esenciales para Estados Unidos.

Que China se volviera la fábrica de ventiladores, cubrebocas y equipo médico para todo el mundo en los primeros meses de la pandemia prendió las alertas de Estados Unidos, el país que acumula más casos y fallecimientos por el COVID-19. Entonces la necesidad de fortalecer las cadenas de suministro regionales se volvió, más que un tema económico, una cuestión de supervivencia.

Durante los últimos 20 años, los tratados comerciales han sido, además del tamaño de los mercados, un factor determinante para la atracción de la inversión, y en el caso de Norteamérica, el viejo TLCAN fue clave para que las empresas norteamericanas, europeas y asiáticas desembolsaran sumas millonarias para abrir nuevas fábricas en la región durante los años noventa y los primeros años del 2000.

Pero en la siguiente década, las empresas estadounidenses decidieron perseguir el sueño asiático -un bajo costo de producción- e invirtieron millones de dólares en desarrollar nuevos proveedores y montar fábricas en China, Bangladesh, Taiwán, India. Asia se volvió la fábrica de componentes electrónicos, de ropa, de componentes automotrices y de dispositivos médicos, entre muchas otras cosas, para Norteamérica.

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Aunque la estrategia permitió a las empresas reducir costos en el corto plazo, también dejó una cadena de suministro frágil, que en la última década enfrentó interrupciones -como ocurrió en 2012 cuando un tsunami en las costas japonesas afectó el suministro de componentes automotrices ocasionando paros en plantas de Nissan y Honda en Norteamérica-, pero que se quebró completamente tras el cierre de decenas de plantas, no solo en Asia, sino también en Europa, por la pandemia de coronavirus.

“Con la pandemia se vio que hubo una irrupción importante de cadenas de suministro en Estados Unidos por falta de componentes provenientes de China”, dice José López Portillo, socio fundador y director de Pedralbes Partners, una firma dedicada a asesorar a inversionistas interesados en llegar al mercado mexicano.

Estas irrupciones ocasionadas por la pandemia, dice López Portillo, se combinaron con la política impulsada por la administración de Donald Trump de 'hacer a América grande de nuevo' mediante el fortalecimiento de cadenas de suministro esenciales para Estados Unidos en la región.

“México tiene una oportunidad de atraer inversiones de diversos sectores debido a la cercanía con Estados Unidos y a la certidumbre que ha generado la entrada en vigor del T-MEC”, dice.

La firma que él representa, y que recientemente hizo una alianza con CDI Global que le permite ampliar su red a Asia y Europa, ahora percibe “mayor interés” por parte de las empresas extranjeras por hacer fusiones y adquisiciones en México, principalmente de “sectores tradicionales”, como manufactura, industria química y alimentos y bebidas, para fortalecer sus cadenas de suministro en Norteamérica.

La semana pasada, por ejemplo, Volkswagen anunció una inversión de 233 millones de dólares para casi duplicar la producción de su planta de motores en Silao, Guanajuato, y abastecer a tres plantas -dos en México y una en Estados Unidos-, en medio de un T-MEC más estricto que ahora exige que este componente se fabrique en Norteamérica y que además tenga un 75% de contenido regional.

López Portillo prevé que un cambio en la política sobre emisiones bajo la administración de Joe Biden, que ponga el acento nuevamente en las energías renovables, incluyendo los vehículos electrificados, también podría atraer inversiones de fabricantes de baterías interesados en proveer a las plantas de vehículos en Norteamérica.

La consultora inició el año con varios proyectos de inversión, pero tras la llegada de la pandemia, prácticamente todos los proyectos se congelaron. “Uno de ellos se retomó en junio y creemos que cerrará a finales de 2020. Ahora se nota un mayor dinamismo. En octubre y noviembre están surgiendo nuevas oportunidades”, dice López Portillo. "Para retomar el animo de confianza que se traduzca en más oportunidades una solución como la de las vacunas va a ser importante", añade.

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