Y son justamente los proyectos que corresponden a estos últimos rubros los que se han convertido en objetivo de compra de los fondos. De acuerdo con las fuentes entrevistadas, las adquisiciones se dividen principalmente entre los proyectos que ya cuentan con todos los permisos, pero que aún no han sido construidos y aquellos de la tercera y cuarta subasta eléctrica –principalmente renovables–, que ya han sido edificados pero que aún no entran en operación –y por lo tanto el retorno de inversión está lejos de alcanzarse– y los que no pudieron concretarse debido a la cancelación del proceso, respectivamente.
“Hay fondos de inversión más agresivos que no especulan, sino que compran activos estresados. Pueden ser atractivos proyectos que ya han terminado el permitting (la obtención de los permisos), que sean recién construidos o que se van a construir, pero que ya han terminado toda la fase de permitting”, dice Paolo Salerno, managing partner de Salerno y Asociados.
Los fondos de inversión, a diferencia de las compañías, pueden permitirse tener en su portafolio un activo en reposo en espera de una rentabilidad mayor, mientras que las empresas deben seguir desembolsando en gastos fijos, como la nómina y el mantenimiento, que dificultan sus operaciones.
Dentro de los movimientos también se encuentran las salidas prematuras de algunos inversionistas, que desarrollaron o financiaron las centrales, y que ante las condiciones actuales del mercado han decidido adelantar su salida, aunque no aún no sumen la rentabilidad de inicio esperada.
Las bajas tasas de interés y la apreciación del dólar frente al peso de los últimos días, dicen las fuentes, se han convertido también en factores importantes para detonar las adquisiciones.
La suspensión impuesta a las diferentes reglas de la ley eléctrica –y un posible amparo– y el amago de la presentación de una reforma en el sector serán los factores que determinarán la dinámica entre las compañías y los fondos de inversión.