Para Roberto Montalvo, académico de la Universidad Iberoamericana, parte de esta tendencia ha sido impulsada por las restricciones de viajes desde Estados Unidos, que si bien se han presentado en la frontera, no han sido tan estrictas como en el movimiento vía aérea, que requiere presentar una prueba de COVID-19 negativa. A ello se suma una histórica dinámica comercial en la franja que ha resistido incluso la pandemia.
“(Los viajeros) ingresan como si fuera para un asunto comercial, pero es turismo de recreación lo que hacen, aunque no se pueden mover demasiado lejos por la misma práctica comercial”, explica.
El rubro de divisas ha sido una de las mayores consecuencias de la pandemia. Durante 2020, los ingresos captados fueron de 13,548 millones de dólares (mdd), una caída de más de 55% respecto a 2019, y, para este año, la Secretaría de Turismo (Sectur) prevé que la captación sea incluso menor, de 11,500 mdd.
Actualmente, además de la dinámica fronteriza, los viajeros de niveles socioeconómicos más elevados son los que están sustentando los niveles de gasto promedio, sobre todo al interior del país.
“Quienes viajan en este momento tienen un nivel económico alto, y lo hacen a través de prestadores de servicios turísticos premium, pero también hay un movimiento del sector up y médium que se ha posicionado en servicios de low-cost”, refiere.
Hacia el mediano plazo, la recuperación en el ámbito de gasto y divisas resulta incierta, sobre todo ante la falta de algunos segmentos usualmente redituables, como el de cruceros, que ha permanecido varado por más de un año.
“Al menos de aquí a fin de año creo que va a costar un poco más de trabajo (la recuperación del gasto promedio). Habrá que ver la intención que tenga el crucerista, y la certidumbre que dé la empresa y el destino, pues a partir de ello el crucerista podría bajar menos en el destino, lo que impactará en sus ingresos”, concluyó Montalvo.