El sistema Cutzamala –el principal cuerpo de agua que alimenta al centro del país– está al 46.2% de su capacidad y el lago Cuitzeo, en Michoacán, está seco en un 70% y con un alto riesgo de desaparecer.
Pero en medio de la sequía, la electricidad generada mediante la tecnología hidroeléctrica continúa una racha ascendente, que inició cuando el actual gobierno federal decidió convertir a las hidroeléctricas en la primera fuente de electricidad.
La razón: la estatal CFE agrupa 60 de estas centrales y la hidroeléctrica –además de la nuclear– es la única tecnología limpia que domina la compañía dirigida por Manuel Bartlett, pues históricamente sus planes se han centrado en la generación mediante gas natural y no con fuentes solares o eólicas.
La generación mediante las plantas hidroeléctricas prácticamente se ha duplicado. Los documentos más recientes del Centro Nacional de Control de Energía (Cenace), el operador del mercado, registran que durante los últimos días la electricidad proveniente de estas plantas ha aumentado entre 80% e incluso más de 100% respecto al mismo periodo del año pasado.
El 22 de abril, el mismo día en que el gobierno de la Ciudad de México advirtió que la sequía que se vive en el centro del país es la más fuerte de los últimos 30 años, el Cenace reportaba que la generación mediante las centrales hidroeléctricas había aumentado en 117% en comparación con un año antes.
La relación quizá no es clara, pero un aumento en la producción de electricidad implica un incremento en el agua utilizada y almacenada para el proceso, y con esto menos disponibilidad para otros usos que prioritarios, como el consumo humano y las actividades agrícolas.
“¿Cuál es el problema? Que esa agua que estamos dejando correr para generar electricidad es agua que se va y se pierde en el sentido que corre su caudal y llega de nuevo al océano (...). Al momento en que se decide que el despacho va a ser continuo, esta agua que está en los embalses empieza a bajar de nivel y si tenemos una situación como ahora, y además tenemos temperaturas récord, no la estamos usando de manera estratégica y guardandola para cuando se necesita”, dice Ricardo Granados, de la organización Ombudsman Energía México. “Necesitamos ver las presas como si fueran baterías, las debemos tener guardadas para cuando se deban utilizar”.
Hasta antes de esta administración, las plantas hidroeléctricas –que representan el 14.7% de la capacidad total instalada en el país– se utilizaban solo para cubrir los picos de demanda eléctrica. Pero ahora, con una modificación a la Ley de la Industria Eléctrica que se encuentra detenida, se busca que éstas sean la primera fuente de electricidad del país.
El plan está lejos de ser sostenible en el tiempo. La geografía del país lo hace uno de los más vulnerables a una próxima –y ya palpable– escasez de lluvias y con ello una menor disposición de agua en el largo plazo.