La declaración ha sido bien recibida por la comunidad de organizaciones ambientalistas, pero algunas de éstas dudan que el anuncio de no elevar los niveles de producción a máximos esté del todo relacionada con el objetivo de buscar una baja en los niveles de dióxido de carbono emitidos por esta industria.
Y además, dicen, la hoja de ruta aún es inexistente.
“Esto no había sido reconocido desde parte del gobierno mexicano y ahora dicho desde el presidente es bienvenido. Es urgente que se hiciera esta declaración, pero este nuevo mensaje obliga a que haya una reconfiguración”, dice Aleira Lara, coordinadora de campañas de Greenpeace México, una de las organizaciones que se ha vuelto pieza clave en los amparos para frenar las últimas medidas gubernamentales, como la política de confiabilidad de la Secretaría de Energía y la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica, que buscan aumentar el uso de combustibles fósiles.
“Fijar un punto máximo de producción (de crudo) es bueno, pero tiene que ir acompañado también del consumo, necesitamos hacer un plan para la reducción para poder 'descarbonizar' el sector en el país”, dice la vocera de Greenpeace.
Hasta ahora, el objetivo presidencial por aumentar la participación de CFE y Pemex en el mercado energético se ha enfrentado totalmente con el camino hacia reducir la dependencia económica de los hidrocarburos que han comenzado la mayoría de los países desarrollados y algunos en vías de desarrollo.
Y aunque el discurso del gobierno mexicano sobre la política energética da señales de cambios, las acciones tomadas hasta ahora son totalmente contrarias.
México ya ha admitido en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (Prodesen) 2020-2034 que el país no cumplirá con su meta de generación de energía limpia a la que se ha comprometido hacia 2024, una de las principales acciones para lograr frenar el aumento en la temperatura mundial.
En 2024, se lee en el documento, el país sólo generará el 32% vía centrales limpias, tres puntos porcentuales por debajo de la meta comprometida.
Además, la administración federal ha defendido la construcción de la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, en un momento en el que la mayoría de las grandes petroleras han decidido modificar su estrategia para adherir a sus portafolio negocios relacionados con las energías renovables. En su búsqueda por reforzar a la Comisión Federal de Electricidad, el gobierno mexicano ha modificado las regulaciones para dejar hasta el final de la fila a las centrales eólicas y solares, que son operadas principalmente por compañías privadas.