El valor promedio de un SUV es entre 40,000 y 90,000 pesos mayor que el de un sedán o hatchback equivalente. Un hatchback, como el Mazda 2, cuesta 323,900 pesos, mientras que el crossover CX-3, que está montado sobre la misma plataforma, vale 366,900 pesos, según los precios enlistados en la web de la marca.
Un sedán compacto, como Kia Forte, que en este momento cuesta aproximadamente 351,900 pesos, es casi 90,000 pesos más barato que el SUV compacto Sportage, que comparte la misma plataforma, cuyo precio arranca en 439,900 pesos. Honda CR-V se vende en 559,900 pesos, mientras que el sedán Civic con el que comparte elementos estructurales cuesta 422,900 pesos.
“Los SUV siguen teniendo una alta demanda en términos de ventas y constituyen una parte en constante crecimiento en el mercado mexicano”, dijo Guillermo Rosales, director general adjunto de la AMDA, en una conferencia de prensa a principios de mes. En contraste, los vehículos más pequeños y bajitos han ido perdiendo terreno. “En los últimos años se ha ido disminuyendo la mezcla de hatchbacks y sedanes, respecto a los SUV dentro de las ventas totales“, afirma Josué Castañeda, planner de producto en Toyota México.
Igual que cualquier artículo de moda, desde unos tenis Nike Air Jordan hasta la última camiseta de una selección de fútbol, el alto costo al consumidor se debe, al menos en parte, a la gran demanda. Pero, en el caso de los SUV, la brecha de precios frente a los sedanes y hatchbacks obedece también a otros factores. La altura y el tamaño adicionales de los SUV significan más vidrio y acero. Y, en algunos casos, es necesario reforzar los componentes de la suspensión para hacer frente a las tareas todoterreno. Las ruedas y neumáticos más grandes también cuestan más.
Los fabricantes han apresurado esta migración hacia los SUV para responder a las demandas del mercado, pero también porque los precios más altos que pagan los consumidores han ayudado a mejorar sus márgenes. Esto ha motivado a más de un fabricante a despedirse de los sedanes y hatchbacks. Ford, por ejemplo, decidió dejar de vender todos los automóviles excepto el Mustang en Norteamérica.
Y si un fabricante deja de vender un determinado modelo en Estados Unidos, seguramente también lo hará en México. “México es un mercado que se mueve en línea con las tendencias de consumo de otros más grandes como Estados Unidos. Los grandes volúmenes vendidos allí hacen que otros mercados más pequeños se vayan adaptando a esas tendencias, como ha ocurrido con los SUV”, dice Castañeda.
Eso no quiere decir que los SUV sean una opción puramente estética y no ofrezcan ventajas reales a los conductores. Castañeda enumera algunas: la posición más alta del asiento permite tener una mayor visibilidad, una mayor altura respecto al piso permite sortear mejor los topes y unas llantas más grandes y anchas resisten mejor los baches. En términos de capacidad de carga, los hatchbacks y sedanes no pueden competir. Para muchos, estas ventajas valen la diferencia de precio.
Hablando en términos prácticos, los SUV también tienen sus desventajas. Además del precio de compra adicional, están los costos de mantenimiento más altos. Por lo general, también consumen más gasolina que un automóvil similar debido al mayor peso. Por ejemplo, un Tiguan y un Jetta tienen el mismo motor, pero el SUV gastará aproximadamente 3,000 pesos más en gasolina durante un año, según estimaciones del portal gubernamental Ecovehículos.
Aunque en los últimos años la oferta se ha reducido, los sedanes y los hatchbacks todavía ofrecen distintos beneficios: generalmente son más livianos, fáciles de estacionar y más eficientes en combustible.