Los precios futuros del Henry Hub, la principal referencia para el mercado del gas natural, cerraron ayer miércoles en 4.8 dólares por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu). La molécula acumula un alza de 68.6% en lo que va del año –a inicios de 2021 se cotizaba en 2.85 dólares por millón de Btu– y un aumento de 162% en comparación con la misma fecha del año pasado, cuando el mundo vio por un momento una baja histórica en los precios.
Los analistas lo explican como un efecto rebote. Durante 2020, los principales energéticos se vendían en precios no vistos por años, generados por un exceso de oferta y poca demanda. Después vinieron los cierres de producción y se detuvieron las inversiones. Ahora, sucede lo inverso. La oferta se ha recuperado, incluso superado –sobre todo en algunas economías asiáticas–, pero los productores aún no retoman el ritmo que tenían antes de la pandemia.
La crisis derivada de la Covid-19 también ha traído consigo una aceleración de la transición energética. Las principales economías ya tenían trazados algunos planes para transitar hacia una matriz basada en fuentes renovables, pero la emergencia sanitaria ha sacado a colación la importancia de la crisis climática y muchas compañías y países han decidido acelerar los planes. Algunos, como Estados Unidos y los que conforman la Unión Europea, basan en la descarbonización una gran parte de su estrategia de recuperación. Así, las grandes compañías y los inversionistas atraviesan una doble incertidumbre para continuar con sus planes y desembolsar nuevas inversiones: un posible nuevo cierre de las actividades económicas por alguna complicación derivada de la Covid-19 y una probable baja en el consumo de petróleo incentivado por el desuso de las fuentes fósiles. Y eso impacta en la oferta.
La llegada del demócrata Joe Biden a la presidencia de Estados Unidos ha sacudido a muchas de las compañías petroleras de ese país –uno de los principales productores de petróleo y gas–. El regreso al Acuerdo de París y el compromiso de llevar a su nación a recortar sus emisiones de dióxido de carbono en 52% hacia finales de esta década ha llevado a gigantes petroleros a modificar sus planes. La producción de gas en Estados Unidos vio una baja desde marzo de 2020 –que coincide con el comienzo de la emergencia sanitaria–, y no ha podido recuperarse. Los datos de la Administración de Información Energética (EIA, por sus siglas en inglés) indican que los niveles de producción de gas se asemejan a los vistos en 2018.
“Comienza a existir cierto temor sobre hasta dónde vale la pena invertir (...). Lo que tenemos hoy es una falta de certeza para que regresen las inversiones a los hidrocarburos y se pueda recuperar una producción tal que atienda la demanda”, dice Rosanety Barrios, una analista del sector. “Estamos consumiendo inventarios, eso es una señal de escasez aquí y en cualquier lado”.
Los inventarios de gas en Estados Unidos están 7% por debajo de lo usual y los inventarios en Europa –en donde ya comienza a sentirse el aumento del precio– están un 20% por debajo de la media.
El mundo no ha podido recuperarse de un frío invierno durante el año pasado –cuando suele utilizarse más el gas para la calefacción–, la caída de inventarios y el cierre de pozos y algunas instalaciones. La cercanía del invierno también ha aumentado la preocupación por el energético y con ello su demanda.
La baja producción de crudo también incide en el precio del gas. La mayoría de éste es gas asociado, es decir, se obtiene con la extracción de petróleo. Los recortes han persistido y con ello, la producción de gas natural tampoco se ha recuperado.
Reino Unidos es el país que hasta ahora ha resentido más el aumento en la cotización de la molécula. El país que se separó de la Unión Europea resintió una baja en la producción de energía eólica y de la realización de mantenimiento de algunas plataformas, que había sido pospuesto por la pandemia. Los futuros del gas en el país europeo han roto récord en los últimos días y algunas compañías indispensables en la producción alimentaria han anunciado cierres temporales mientras la cotización de la molécula vuelve a un nivel más aceptable.
La Unión Europea ha comenzado a presionar a Rusia para que incremente sus exportaciones de gas, mientras sus ciudadanos obtienen recibos de electricidad cada vez más altos.
En México, el escenario podría ser similar en los próximos meses. Más de la mitad de la matriz energética de la estatal CFE –el principal generador de electricidad– se basa en las centrales de ciclo combinado, que utilizan gas natural para su funcionamiento.