La investigación clínica es la base de los medicamentos, pero el camino para llegar a contar con una píldora, emulsión o solución inyectable es un proceso que suele tardar años, a veces décadas, de investigación. Para la doctora Gabriela Dávila, directora regional de Investigación Clínica para Europa, Canadá y América Latina de Pfizer, “llevar un medicamento al mercado es como encontrar una aguja en un pajar”, y esto se debe a que no todas las moléculas pueden resultar eficaces para un determinado propósito.
Por ello, las farmacéuticas realizan constantes investigaciones de forma paralela y que se encuentran en alguna de las cuatro fases de la investigación, normativa planteada por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Son pocas las que llegan a la última parte cuando se solicitan los permisos para registrar las moléculas que previamente probaron su eficacia y su seguridad para determinados tratamientos de enfermedades.
La doctora explica que, la farmacéutica que tiene su sede principal en la ciudad de Nueva York, tiene 30 moléculas en fase 1. Otras 31 moléculas ya están probando su eficacia en grupos pequeños, de hasta 500 personas, mientras que 29 moléculas más están en la fase 3, es decir, se prueba su eficacia y riesgos en grupos de miles de personas y a nivel mundial para determinar su eficacia en diversas regiones. En la fase 4, en la que ya se tiene toda la información sobre el medicamento se solicita el registro, Pfizer tiene 6 moléculas.