Este dinamismo se ha dado en un contexto en el que la fortaleza del dólar se ha disparado. Tras tocar un máximo de 20 años en semanas pasadas, incluso superó por primera vez en dos décadas al euro, que se cotizó recientemente en 0.99 unidades por dólar.
¿Qué implica esto para un país como México, donde alrededor de 70% del turismo extranjero provino de Estados Unidos en junio pasado? Para los especialistas, podría beneficiar al país en términos de divisas, mientras que otros mercados con monedas menos fuertes podrían estar presionados para viajar.
“Del lado de los ingresos hemos ajustado al alza las previsiones de divisas por el tema inflacionario", explica Francisco Madrid, director del Centro de Investigación y Competitividad Turística (Cicotur) Anáhuac, quien calcula que este año el país podría superar el récord de 2019 de 24,573.2 millones de dólares. “Sería por una recuperación de la demanda y por un factor inflacionario”.
A la fecha, el dólar es un importante referente en la industria turística. De acuerdo con el estudio ‘Exchange Rate Elasticities of International Tourism and the Role of Dominant Currency Pricing’, publicado por el Fondo Monetario Internacional el pasado febrero, un fortalecimiento general del dólar puede tener un impacto de contracción en los flujos turísticos.
“Una apreciación del dólar estadounidense de 1% frente a todas las demás monedas puede asociarse con una disminución de 0.12% en los flujos turísticos en un año”, refiere.
Sin embargo, en el actual caso mexicano la previsión si bien no es de más turistas, sí es de más gasto, debido a varios factores.
Por una parte, el confinamiento originado por la pandemia creó un deseo generalizado para viajar cuando sea posible, a lo que se suma un fenómeno común en economías desarrolladas: el cambio de patrones de consumo como la compra de menos bienes por el confinamiento, y el ahorro contenido que dejó para viajar, refiere Madrid.
Por otra parte, la depreciación del euro podría incidir en un cambio de comportamiento del turista del Viejo Continente, pero también del estadounidense.
“Es de doble efecto. Los americanos viajarán a Europa, que es más barata, y los europeos con la crisis dejarán de venir a México por la depreciación de su moneda y el valor adquisitivo”, considera Roberto Montalvo, académico de la Universidad Iberoamericana.
A corto plazo, la previsión es que esta tendencia continúe, sujeto a los efectos que otros factores macroeconómicos, como el alza en los precios de los combustibles, tengan en otros eslabones del turismo, como el sector aéreo.
“La propia inflación es del lado de la oferta, no de la demanda. No es porque tengas mucha cantidad demandada, sino por un incremento en costos y es producto de esto”, concluye Madrid.