Una comitiva de directivos de la filial mexicana de Mitsubishi viajó a Japón a principios de agosto para recibir, de manos de Takao Kato, CEO global de la marca, un “certificado de apreciación” por los volúmenes de ventas, participación de mercado y rentabilidad obtenidos en el mercado mexicano. Pero más allá del papel, este reconocimiento abre la puerta a la filial mexicana para ampliar las operaciones de la marca, más allá de la comercialización de vehículos.
“Ya las preguntas de nuestra casa matriz son: qué más podemos hacer en México”, dice en entrevista Jorge Vallejo, presidente y CEO de Mitsubishi Motors México.
La respuesta más inmediata a este cuestionamiento es crear una base de proveedores que pueda abastecer de refacciones y accesorios al mercado local e incluso a otros de la región de Norteamérica.
"Todas estas disrupciones en las cadenas de suministro que hemos visto desde 2020 han visibilizado la necesidad de localizar proveeduría", dice Vallejo. "En nuestro caso, por ejemplo, empezaremos por buscar proveedores de refacciones y accesorios", añade.
Publicidad
En abril, la marca japonesa advirtió que los nuevos brotes de Covid-19 de enero y la escasez de contenedores habían generadodesabasto de algunas de las 35,000 refaccionesque cada mes debe surtir a sus distribuidores, para soportar un parque vehicular de 50,000 unidades que ruedan en el país con el logo de la marca. La mayoría de las refacciones llegan a México vía marítima desde Tailandia, Indonesia y Japón.
Ahora la marca japonesa ve la posibilidad de regionalizar el suministro de refacciones a fin de reducir la dependencia de Asia. “Es cambiar la producción que ya se tiene en algunos países asiáticos para utilizar la cadena de proveeduría ya existente en el país”, dice Vallejo.
“Pero esto es solo el comienzo", añade. "El nearshoring está de moda y México puede ser un hub muy importante para producir partes y refacciones para la región… Y, bueno, después se hablaría de todos los elementos adicionales para establecer una línea de producción de vehículos”.
Otras empresas del sector han seguido una estrategia similar antes de establecer una planta armadora en el país. BMW, por ejemplo, puso en marcha en 2009 una estrategia de desarrollo de una base de 64 proveedores en el país. Contar con ella fue clave para que cinco años después, en 2014, la empresa decidiera establecer una planta armadora en San Luis Potosí. Ahora Mitsubishi podría seguir un camino similar.
La comercialización de la marca japonesa inició en México en 2000, bajo el paraguas de Fiat Chrysler, que había firmado un acuerdo para poder importar y comercializar algunos modelos de la marca. Pero en 2019, Mitsubishi decidió establecer su propia filial en el mercado mexicano.
Desde entonces, la marca japonesa ha ido escalando posiciones hasta ocupar el lugar 14, de 37 marcas que reportan sus cifras de ventas a Inegi. Entre enero y julio, Mitsubishi comercializó poco más de 10,500 unidades, equivalentes al 1.7% de la participación de mercado, desde el 1.4% que tenía en el mismo periodo de 2021, cuando comercializó 8,173 unidades.
“Lo que no crece, decrece. Y lo que nosotros queremos es seguir creciendo (...) Vamos a ir paso a paso. Sin duda el primer paso es consolidar este grupo de proveedores y después seguir explorando una línea total de vehículos”, concluye Vallejo.