La medida de tope a los precios en un inicio estaba programada para ser operada solo durante seis meses, pero la Comisión Reguladora de Energía ha extendido su duración de manera constante, hasta dejarla sin una duración definida. Los analistas ya proyectan que ésta continuará en lo que resta del sexenio.
Unos días antes de ambos anuncios, el presidente López Obrador había reconocido que no estaba cumpliendo con la promesa de mantener los precios del gas LP por debajo de la inflación. Ambas medidas fueron anunciadas con poco tiempo para su análisis, dicen los analistas. Aunque tiempo después, en diciembre pasado, la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) publicó un documento donde reconoció que entre 2016 –cuando se liberalizaron los precios del combustible– y 2021, los distribuidores aumentaron su margen de ganancia bruto en 145% a nivel nacional. Así, el regulador antimonopolios abrió la puerta para que se regularan las tarifas y contraprestaciones de quienes participan en el mercado.
En julio –el dato más reciente– la inflación se colocó en 8.96%, la cifra más alta desde el 2000. Y el precio del combustible se situó 8.1% por debajo del visto el mismo mes del año pasado. “La inflación es más baja, pero es una inflación reprimida”, dice Óscar Ocampo, un investigador del Instituto Mexicano de la Competitividad (IMCO).
La política ha sido criticada por los analistas desde su inicio: aseguraban que se trataba de una medida de contención de precios, pero que no lograría arreglar las imperfecciones de la industria, que incluyen una limitada regulación, falta de infraestructura y pocos participantes en el mercado. Y la crítica aún continúa. Los especialistas están lejos de calificarla como una política efectiva y aseguran que sus efectos sólo han sido de corto plazo. “Continúa siendo una mala idea, no estás arreglando los problemas del mercado de gas LP, no estás corrigiendo las distorsiones que hay en el mercado”, dice Ocampo. “Si le pones un tope al precio es un poco natural que no se te vaya a disparar, pero también hay que señalar que esto tiene que ver con que el precio internacional se ha estabilizado”.
El precio en que se vende el gas LP –el combustible más usado por las familias mexicanas– está determinado en gran parte por el propano, cuya cotización se define por las condiciones y la volatilidad del mercado. El precio internacional del propano Mont Belvieu ha rebasado récords de manera continua. Ha cedido en los últimos meses, pero su cotización persiste muy por encima de los precios vistos antes del inicio de la pandemia.
“Los precios se están elevando porque la referencia internacional está muy alta, si el precio del gas LP reflejara las condiciones de mercado, estaría por encima”, explica Susana Cazorla, una ex funcionaria y especialista del sector. Los precios anunciados por la Comisión Reguladora de Energía cada semana no muestran una tendencia clara, pero el kilogramo de gas LP se ha mantenido por encima de los 20 pesos desde el inicio de la medida. En julio –cuando el Inegi muestra una baja interanual en el precio de 8.1%- alcanzó un precio máximo de 25.93 pesos por kilo.
Los analistas reconocen que el precio de los combustibles –incluídas las gasolinas– están por debajo de la inflación, pero aseguran que en el caso del gas LP está creando distorsiones en el mercado que podrían traer efectos de largo plazo y critican que la medida está beneficiando a los grandes consumidores, quienes no se ven forzados a racionar su consumo del combustible. “Alguien se está comiendo este precio y son los distribuidores y eso tiene efectos importantes sobre la cadena de gas LP. Los gastos no se pueden cubrir, ha habido despidos, hay falta de mantenimiento, las rutas se han acortado y entonces si algo se ha visto afectado es el servicio”, dice Cazorla.