El Castillo cuenta, además de la mina de oro a tajo abierto, con dos plataformas de lixiviación, dos plantas de recuperación de oro y la infraestructura requerida para todas las áreas de operación, como talleres y oficinas. Está integrada por siete concesiones mineras que ocupan cerca de 2,045 hectáreas.
Alfredo Phillips, vicepresidente de asuntos corporativos y Environmental, Social and Governance (ESG) de Argonaut Gold, subraya que tras el cierre de una mina, a las localidades en torno a ella se les suele conocer como “pueblos fantasma” al retirarse su principal fuente de recursos, sin embargo, la firma tiene el objetivo de cambiar la narrativa en El Castillo.
“Queremos hacer un cambio en el paradigma. Queremos poner a la comunidad en el centro de la estrategia. La comunidad no es lateral, adyacente o complementaria, la comunidad tiene que ser el centro del proceso”, resalta.
Para la elaboración del Plan General de Restauración y Cierre, se consideraron las obligaciones con respecto a la Manifestación de Impacto Ambiental, que presentó la firma antes de comenzar a operar en el complejo, en donde resaltan los criterios y procedimientos para lograr la estabilización física y química de la zona operativa.
Por ejemplo, la empresa planea colocar una nueva capa de suelo sobre los patios de lixiviación, recuperado el estado que se tenía previo a la construcción de las áreas operativas. También busca realizar la reforestación con especies nativas, así como obras de manejo y control de escorrentías para prevenir la erosión hídrica, son algunas de las acciones contempladas.
Una vez alcanzada la restauración ambiental, la firma estará realizando un monitoreo poscierre de por lo menos dos años, periodo en el que evaluará los resultados y continuará atendiendo las necesidades de la población. El Castillo emplea a 400 personas actualmente.
Guillermo Velasco, superintendente del plan de cierre, subraya en entrevista con Expansión que la empresa estará llevando a cabo sus actividades en torno a las necesidades de la comunidad. Por ejemplo, si desean conservar los talleres o las oficinas de El Castillo para que posteriormente puedan ser aprovechadas por los locatarios como salas de reunión, estas permanecerán aun cuándo Argonaut Gold haya dicho “adiós”.
Asimismo, la compañía tiene la intención de hacer replicables las acciones en esta mina en sus demás complejos cuando llegue el momento de cerrarlos. “Cada proyecto tiene sus particularidades sociales, ambientales, climáticas. Hay que adecuar esos estándares que ya están establecidos a la situación que eligen las localidades en cada uno de sus proyectos”, detalla Velasco.
La firma, que cotiza en la Bolsa de Toronto, opera también la mina San Agustín en Durango, La Colorada en Sonora, Florida Canyon en Nevada, Estados Unidos, así como el proyecto Magino en Ontario, Canadá.