México es el país con el mayor número de personas que han elegido no consumir productos de origen animal de América Latina. Casi uno de cada cinco mexicanos es vegetariano y 9% son veganos, según cifras de Nielsen. El potencial de consumidores crece si se suman a quienes han dejado la lactosa por motivos de salud.
Es el caso de Paulina Corona. No tiene un diagnóstico que confirme una posible intolerancia a la lactosa, pero, hace un par de años, empezó a notar que no le sentaba bien. “Me gusta mucho, pero me sentía horrible cuando la bebía, hasta que comencé a tomar las alternativas de almendra o soya”, dice. A pesar del mayor costo, en comparación con la leche tradicional, Corona va probando las alternativas que llegan al mercado, entre las que ya se encuentran las de las grandes productoras de leche del país.
Captar a estos compradores que buscan una opción para dietas sin lactosa, o porque son veganos o vegetarianos, es una puerta abierta para las empresas de lácteos a un segmento que cerró con un valor global de 24,000 millones de dólares en 2021 y que se espera que llegue a los 49,000 mdd en 2028, con una tasa de crecimiento anual compuesto (CAGR, que mide el retorno de inversión) de 10% de 2022 a 2028, de acuerdo con Global Market Insights.
Pero, por ahora, que las empresas dejen de lado la producción de leche de vaca es impensable. La primera bebida vegetal llegó al mercado mexicano hace cerca de 20 años y en la actualidad tiene una penetración de 1% en los hogares del país, explica Adrián Ávalos, Out of Home & Usage Food Manager de la división Worldpanel de Kantar México.
Aunque cada una de las marcas recorre caminos diferentes, el objetivo es mantener las ventas en un mercado cada vez más competido, en el que la leche de vaca ya comparte espacio en el anaquel con bebidas de soya, coco o avena, que se abren paso entre los consumidores de mayor poder adquisitivo.