Pablo Franco, presidente y secretario de trabajo y asuntos internacionales de la Unión de Juristas de México, resalta que, en el anterior acuerdo comercial entre los tres países, lo único que se marcaba en torno a la representatividad laboral era una Cláusula de No Derogación, que reconocía la libre asociación de los trabajadores como un derecho, pero mantenía a los tres países al margen.
“Pero en el T-MEC tenemos un capítulo laboral que va más allá de la cláusula. Por primera vez un tratado comercial obliga a un país a modificar una ley de aplicación general, como la Ley Federal del Trabajo, para garantizar libertad y transparencia sindical, buscando una negociación colectiva auténtica”, argumenta en entrevista con Expansión.
La última votación en la planta de General Motors en Silao, Guanajuato, es una prueba de ello. En mayo del año pasado, Estados Unidos activó por primera vez el Mecanismo Laboral de Respuesta Rápida bajo el esquema del T-MEC, para revisar las presuntas violaciones de derechos laborales a los colaboradores del complejo.
Tras dos elecciones realizadas en la fábrica, finalmente resultó electo el Sindicato independiente nacional de trabajadores y trabajadoras de la industria automotriz de México (SINTTIA) a principios de febrero, desplazando así al anterior sindicato, Miguel Trujillo, de la CTM.
Willebaldo Gómez, asesor de SINTTIA, subraya que el sindicato independiente ha buscado mejorar las condiciones laborales de los trabajadores, teniendo como columna vertebral cerrar la brecha salarial que existe entre los colaboradores en México y sus dos principales socios comerciales. Desde la perspectiva del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS), la proporción de salarios es de 4 a 1 como mínimo, pues mientras en México el promedio ronda en los 4 dólares la hora, en Estados Unidos es de 16 dólares y en algunos casos, hasta de 36.
Entre los avances alcanzados por el SINTTIA, destaca un incremento directo al salario de 8.5%, un bono de productividad trimestral de 1,600 pesos, incremento en los vales de despensa al 14% del salario tabular y un bono de previsión social de 400 pesos al inicio de cada año.
Pero el caso de la planta de General Motors no es aislado. A principios de noviembre, el sindicato independiente La Liga consiguió el derecho a representar a los trabajadores del complejo de 3M ubicado en San Luis Potosí.
Lo mismo sucedió el 23 de abril del año pasado, cuando los trabajadores de la planta de autopartes de Panasonic, ubicada en Reynosa Tamaulipas, decidieron desplazar a la CTM para que los representara el Sindicato Nacional Independiente de Trabajadores de Industrias y de Servicios Movimiento 20/32.
Más demandas, más huelgas
El sindicalismo independiente en México no es nuevo -el Sindicato Independiente de Trabajadores de la Industria Automotriz Volkswagen de México cumplió su 50 aniversario de existencia-, pero está tomando fuerza con los cambios tras el T-MEC y la Reforma Laboral.
Históricamente los sindicatos independientes, que suelen estar formados por trabajadores de las plantas, han impulsado los emplazamientos a huelga para conseguir sus demandas laborales. Yolanda Montiel destaca en su libro sobre la historia del sindicato de la compañía alemana, que de 1974 a 1978 los trabajadores realizaron cuatro huelgas, gracias a las cuales consiguieron aumentos salariales mayores a los que obtenían con la CTM.
Este año, en septiembre, el sindicato consiguió 9% de aumento directo al salario y 2% a prestaciones.
El Sindicato Independiente de Trabajadores de Audi México también emplazó a huelga a la armadora ubicada en San José Chiapa, Puebla, debido a que la empresa asentada en Puebla incumplió con la cláusula transitoria pactada durante la revisión salarial trianual del 2019, que estipula que los trabajadores recibirían un aumento extra en su sueldo en caso de que la inflación superara el 6% durante tres trimestres consecutivos.
Héctor de la Cueva, coordinador general del Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical, prevé que esta nueva era del sindicalismo independiente impulsará a las automotrices a modificar sus esquemas productivos para hacerle frente a las demandas de “los auténticos sindicatos independientes”.
“Independientemente de cualquier estrategia, la diferencia que se paga en México y que se paga en otro lado es tan grande que, aun dando un incremento mayor, seguiría siendo rentable”, argumenta en entrevista con Expansión.