La dependencia ha fijado como parte del plan nuevas áreas protegidas, el proyecto Sembrando Vida, una estrategia de captura de carbono y el aumento del parque de generación renovable.
México, que ha manejado su política energética desde un cerco a los nuevos proyectos privados y que recién ha anunciado desde CFE nuevos planes relacionados con energías renovables, ha planteado incrementar su parque de generación renovable en 40 gigawatts. “El anuncio es bastante transgresor, viene completamente en contravía con lo que se ha venido manejando desde la narrativa pública. En cuestión narrativa, esto cambia todo”, dice Pablo Ramírez, de Greenpeace, una de las organizaciones que ha llevado a tribunales los cambios a la política energética.
Para dimensionar, según los registros oficiales, el país tiene alrededor de 25 gigawatts de capacidad instalada entre centrales solares, eólicas e hidroeléctricas propiedad de los privados y de la estatal CFE. El gobierno mexicano se habría comprometido a más que doblar la capacidad actual y los analistas lo ven poco viable.
La Semarnat ha presentado en un documento que el objetivo de aumentar la generación de energía renovable incluye a siete centrales eólicas, cuatro plantas solares en Sonora y la modernización de 12 hidroeléctricas. En total, un aumento de 6.6 gigawatts. Hace unos días, en su comparecencia ante Diputados, el director de la CFE, Manuel Bartlett, dijo que la estatal aumentaría su parque de generación renovable con proyectos que serían definidos antes de terminar el sexenio, sin dar más detalles. El anuncio desde la Secretaría de Relaciones Exteriores deja en incertidumbre de dónde provendrán los poco más de 30 gigawatts restantes, de los que no se ha especificado su proveniencia.
“Movilizaremos al sector público y privado para duplicar la capacidad de generación de energías limpias en México”, dijo Ebrard en la conferencia del sábado. Pero mientras el anuncio del canciller se daba en Egipto, el gobierno federal no ha dado señales claras sobre una próxima apertura hacia el sector privado.
El único anuncio se ha dado desde presidencia, cuando en junio pasado el presidente López Obrador dijo que el sector privado estadounidense podría implementar algunos proyectos renovables en el país. Pero semanas después, el gobierno de Estados Unidos presentó una solicitud de consultas sobre la política energética mexicana.
En Egipto se ha detallado lo que desde el gobierno federal se ha denominado como “el plan Sonora”, un proyecto industrial que busca convertir al estado fronterizo en un hub industrial que tenga como base la extracción del litio y la producción de semiconductores. El plan, del que poco a poco se van conociendo más detalles, incluiría la construcción de cuatro parques solares, que sumarían 4 gigawatts al sistema eléctrico. La estatal CFE ya construye uno en Puerto Peñasco, que añadiría 1 gigawatt a la capacidad de producción eléctrica en 2028, cuando, según los planes, se finalice su construcción.
Un analista explica de manera simple lo que significaría adherir al sistema eléctrico la meta presentada por el canciller Ebrard: implicaría sumar 40 parques solares como el que se ha comenzado a construir en Puerto Peñasco en los próximos ocho años. El plan de modernización de las 12 hidroeléctricas, que tanto es mencionado por el presidente, solo está planeado para añadir 300 megawatts al sistema, es decir, apenas 0.75% del objetivo anunciado.
Las alarmas se han encendido desde la Secretaría de Energía y otras dependencias, algunas fracciones califican el plan como “técnicamente inalcanzable”, dijeron dos fuentes a Expansión. El sistema interconectado nacional registra una demanda máxima de 45 gigawatts, la meta anunciada en Egipto implicaría sumar una cantidad similar a la energía que se consume a diario en el país. “No habría ni siquiera demanda para consumir la energía que se estaría produciendo con estas centrales”, dice una de las fuentes.
El gobierno federal ha basado su estrategia de no dar más permisos de generación eléctrica a la iniciativa privada en el argumento de que la capacidad de generación instalada supera por mucho la demanda. Los registros de la dependencia dicen que en el país hay alrededor de 90 gigawatts para generar electricidad. Poner en práctica el anuncio acabaría con el argumento en el que se ha sostenido los cambios a la política eléctrica.
La meta comprometida por México implicaría cambios drásticos a la política energética que se ha puesto en práctica hasta ahora: se tendrían que destrabar los permisos que hasta ahora no han sido aprobados por el regulador; poner en operación los parques eólicos privados que ya han sido construidos; terminar con la propuesta de cambiar el orden de despacho en que se usa la electricidad para privilegiar las centrales de la estatal CFE –que funcionan a bases de combustibles fósiles–; retomar el plan de retiro de algunas de las plantas más viejas y retomar las subastas eléctricas, que fueron canceladas al inicio del sexenio. Un giro de 180 grados hasta lo que ahora ha sido la estrategia desde presidencia.
“Nos parece ambiciosa y muy buena la meta de 35% de reducción y nos encanta que parte de esa meta sea incrementar las renovables porque eso es lo que hemos estado pidiendo desde hace cuatro años. Pero todo tendría que arrancar el primer trimestre del año que entra porque tampoco hay tiempo, si perdemos unos años más, si se pierden los dos años que quedan de esta administración, si también se pierden como los cuatro primeros, ya no vamos alcanzar, venga quien venga [en el siguiente sexenio]”, dice Adrián Fernández, de la Iniciativa Climática de México. “Si no se hace así, desde un inicio el mundo se va a dar cuenta que mentimos, que simplemente quisimos simular”.
El anuncio ya está hecho, pero el documento oficial que marcará el camino aún no ha sido publicado. Será hasta ahí, dicen los entrevistados, que se definirá qué tan bueno ha sido el anuncio dado en Egipto.