El anteproyecto justifica el rubro de los ahorros mediante los costos de servicios aeroportuarios, comparando las tarifas cobradas en el AICM con las del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA).
El documento hace una comparación de las tarifas cobradas a más de 10,000 operaciones de carga, llevadas a cabo entre enero y noviembre de 2022, y tomando como ejemplo una aeronave de 250 toneladas. Al comparar los costos de aterrizaje, estacionamiento y pernocta, se determinó un ahorro de 1 millón 441,859 pesos en el supuesto de que las 16 aerolíneas cargueras hubieran operado en el AIFA en vez del AICM.
Aunque el proyecto también considera un “beneficio indirecto” de 232 millones 57,824.68 pesos, éste es un monto calculado con base en el riesgo de accidentes por la saturación del espacio aéreo, que, a decir de las autoridades, se reduciría al cerrar las operaciones de carga en el aeropuerto capitalino.
Pese a ser un beneficio indirecto, el anteproyecto utiliza este cálculo para justificar que los beneficios de la regulación son superiores a sus costos en su registro en el Sistema de Manifestación de Impacto Regulatorio. Sin embargo, el anteproyecto no considera otra serie de costos, como el cambio en la logística de transportar algunos productos e insumos.
“Desde el AIFA la distancia es mayor a la Ciudad de México o el Estado de México, donde hay almacenes, fábricas y bodegas”, explica Fernando Gómez Suárez, especialista del sector aéreo. “El costo del traslado a otras plazas –que si no es el AIFA, podría ser el Aeropuerto de Puebla o de Querétaro– también encarecería los productos”.
Incluso el beneficio para aliviar la saturación en las operaciones podría ser poco, pues durante 2022 las operaciones comerciales de carga concentraron apenas 3% del total de las operaciones comerciales, según datos del propio AICM.
El veto a las cargueras en el AICM podría beneficiar colateralmente a las aerolíneas comerciales, que transportan carga al interior de sus bodegas; no obstante, su capacidad resulta poca frente a las aerolíneas dedicadas exclusivamente a la carga, que cuentan con mayores capacidades.
“Hace falta trazar una estrategia para estimular o incentivar que las aerolíneas de carga regular se muden a otro aeropuerto, y que hacerlo no traiga por consiguiente el encarecimiento de productos y servicios”, concluye Gómez Suárez.