Esto ha ido de la mano con nuevas rutas internacionales, como la de Aeroméxico que, desde mayo, vuela hacia Houston, y prevalece como la única conexión con Estados Unidos del aeropuerto debido a la degradación a Categoría 2 de la seguridad aérea, que impide agregar nuevos vuelos, frecuencias y equipos al otro lado de la frontera.
Pese a ello, los pasajeros internacionales actualmente representan sólo 7% de lo que atiende el AIFA.
La última tanda de vuelos que llegó al AIFA se dio durante el mes pasado. A partir del 10 de julio, Volaris opera dos nuevas rutas hacia Culiacán y Ciudad Juárez, mientras Viva Aerobus empezó a operar entre el 14 y el 17 de julio tres nuevas rutas a Hermosillo, Mazatlán e Ixtapa Zihuatanejo.
A pesar de la apertura de más rutas, el tráfico del AIFA se ha mantenido concentrado en sólo tres destinos: Cancún, Guadalajara y Monterrey, que originaron más de la mitad del tráfico atendido en el primer semestre del año, poco más de 1 millón de pasajeros. Mientras, otras rutas han generado flujos de 24,000 a 30,000 pasajeros a pesar de haberse mantenido operativas todo el año, como Huatulco, La Paz y Los Cabos.
Para Fernando Gómez Suárez, analista del sector aéreo, la falta de una estrategia de promoción turística ha jugado en contra del aeropuerto, puesto que sólo algunos destinos domésticos han madurado desde el arranque de operaciones, mientras la conectividad internacional aún es escasa.
“Se ha estancado porque no hay mayor promoción de ese aeropuerto por la falta de interés de diversas instancias”, advierte.
De momento, el aumento de operaciones del aeropuerto viene desde el segmento de carga, pues las aerolíneas tienen hasta el 1 de septiembre para reubicar sus operaciones en el AIFA derivado de un decreto presidencial que les prohibirá seguir volando en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Otros eventos a la vista, como el regreso a la Categoría 1 de la seguridad aérea e incluso la puesta en marcha del Tren Surburbano al AIFA, podrían aportar una cantidad mínima de usuarios.
“Sí habrá un incremento, pero no a tal grado de que sea la salvación del aeropuerto”, concluye Gómez Suárez.